Me gusta esta frase de García Márquez. ¡Cuántas veces hemos oído a padres, hijos, esposos o amigos decir que el la otra persona no lo ama o quiere? Muchas, infinidad de veces y ocasiones. La realidad puede parecer así y a lo mejor es totalmente diferente. Y la realidad está ahí, en plena adolescencia, cuando creemos que nuestros hijos pasan de nosotros.
Confundimos el amor que esperamos, con el amor que se nos da. ¿Cuál es la diferencia? La forma, y ésta es la manera de ser y de expresarse cada uno en la vida. Expresamos lo que somos y sentimos de formas diferentes. Solo el ego nos hace ver que nuestra manera de amar y de recibir amor es la única valida y sincera.
Vivir encerrados en lo que queremos y en lo que esperamos, sobre todo en las formas, hace que no sintamos todo lo que la vida y los demás nos ofrecen. Muchas veces el amor que esperamos o que damos depende no tanto de lo que se da o se recibe, sino de las carencias desde las que vemos lo que se nos da y ofrece.
La vida nos invita a mirar y a ir más allá de la formas.