7/7/14

Incertidumbre y fe en uno mismo


Hay momentos de incertidumbre en todos los aspectos de la vida: familiar, social, político, personal, etc. son momentos en los que te cerca la duda y, ¿por qué no?, la desconfianza por lo que estás haciendo o por la gente que te rodea, con la que trabajas o con la que te relacionas. Unas veces la incertidumbre se debe a no ver las cosas claras. En otras ocasiones por la falta de confianza en las personas, en el proyecto o en las circunstancias que te rodean. Son momentos en los que parece que tu vida se detiene en seco y dejas de ser todo lo activo que eras hasta el momento.

La incertidumbre puede cuestionar el trabajo, la relaciones personales, los proyectos en los que nos involucramos, etc.  Generalmente la duda se cierne hacia nuestro alrededor, que es lo mismo que decir hacia fuera de nosotros mismos. Y ante la duda, ¿qué hacemos además de frenar la marcha que llevábamos? Comenzar  a compartir la duda y la incertidumbre con otras personas. Unos sabrán y nos orientarán o iluminarán desde su perspectiva optimista. Otros, en cambio, lo harán desde la pesimista. ¿Quién ganará la contienda? Tal vez no sean ni los pesimistas ni los optimistas. La contienda la tiene que ganar unos mismo apostando por si mismo, por lo que cree, por lo que sueña, por lo que es posible.

Tanto si creemos, como si no, diría Henrry Frod, tendremos razón. Tendremos razón para seguir las sendas de éxito o del fracaso. Y aquello que elijamos será una realidad en nuestra vida, aunque después veamos que unos triunfan y otros fracasan por ir a través de la misma senda. Porque somos nosotros los que vamos dibujando la linea de nuestra vida, unas veces acertado y otras aprendiendo de lo que no hemos hecho bien. Pero al final la duda, y el poder que nosotros le demos a ella, será la que marque nuestra trayectoria.
¿Te acuerdas de aquel momento en que Jesús caminaba sobre las agua y Pedro salió a su encuentro y en un momento determinado fue preso de la duda? Fue la duda la que le hizo sentir que se hundía. De ahí que Jesús le llamara hombre de poca fe. Es el poder de la duda el que hace posible que nos mantengamos en pie o nos hundamos, pero no de la duda en lo que está fuera de nosotros, sino de la duda en nosotros mismos.
Triunfar es creer en nosotros mismos y en nuestra capacidad de buscar en cada momento alternativas a lo que la vida nos va brindando. Es tener fe en si mismo.