21/6/11

Saber y compartir lo que se quiere



La reunión había transcurrido como siempre hasta que alguien dijo que había que cambiar el estilo de las reuniones, que si seguían así no volvería más ya que siempre estaba pendiente del reloj para salir cuanto antes.

Hasta ahí todo puede parecer normal, incluso cuando alguien se manifestó públicamente de como deberían ser las reuniones. Era, al menos, el parecer de esta personas pero. algo faltaba para poder seguir de manera clara hacia la claridad de lo que una persona manifestaba y. tal vez otras, asentían sin manifestarlo de forma clara y precisa delante del grupo.

¿Qué tipo de reuniones necesitaba cada uno de los asistentes? ¿Cuál era el dinamismo que echaban en falta? ¿Cuáles eran las expectativas que cada uno llevaba a la reunión y cuáles eran las que no se sentían satisfechas?

Muchas veces sabemos lo que no queremos, lo que no soportamos o aquello que nos puede hacer daño. Pero no siempre sabemos o tenemos claro lo que sí queremos alcanzar. Saberlo es importante, definirlo mucho más puesto que cuando sabemos en que consiste una reunión dinámica podemos poner la imaginación y las herramientas para poder hacer que esa meta sea posible.

Muchas veces en la vida cotidiana, en nuestras relaciones, y no sólo en las reuniones de negocios, saber que es lo que queremos nos lleva de una situación de queja y de demanda a otra de construir y de aportar algo a lo que queremos conseguir.

Fue precisamente cuando introduje unas preguntas que obligaban a pensar y a definirse: ¿Cómo sería para ti una reunión más dinámica? ¿Qué habría que hacer en las reuniones para que salieras más enriquecido? ¿Qué haría de nuestras reuniones algo que no nos tuviera pendientes del reloj, del teléfono o de lo que pudiera estar haciendo en ese momento y en otro sitio?

No es lo que no nos gusta el argumento principal que debemos tener en la vida, sino aquello que precisamente nos gusta y que queremos alcanzar pero, ¿tenemos claro lo que realmente queremos?