11/4/13

Vivir no es una obligación, sino más bien, una vocación.



Hace unos años marcábamos una diferencia entre el "no hagas esto", en lo que se recalca son los limites a los que nos imponemos o sometemos a otros y lo que "tenemos o debemos hacer". Ésta ultima nos predisponía a una serie de meta su objetivos que teníamos que alcanzar y que en ocasiones eran causa de traumas pues nos debatíamos entre lo que éramos y lo que queríamos ser.

Ayer el Papa Francisco hacia alusión a algo importante como es el no quedarse en lo que hay que hacer sino ir más allá. En otras palabras creo que no podemos Co formarnos con el espíritu de la letra o con lo cumplido por el mero hecho de cumplir sino el de ir más allá de lo que se espera o esperamos de nosotros mismos y no por el hecho de una imposición sino por vivir aquello en lo que estamos inmersos.

Hay momentos en los que, cuando nos sentimos realizados e involucrados en algo con lo que nos identificamos, damos más de lo que se nos pide o pedimos ya que nos sentimos participes, aportamos y se nos aporta a nuestra propia vida o a la de los demás.

Identificarnos, sentirnos parte de la vida y de los demás, darle sentido a lo que hacemos hará, y sin que nadie nos lo pida, que demos más de nosotros mismos y, simplemente, por gusto, porque tiene sentido, nos aporta y aporta a los demás. Es así como podemos entender cosas tan sencillas como la parábola del Buen Samaritano o la dedicación que muchos dedican a resolver necesidades de otros.

Vivir no es una obligación, sino más bien, una vocación.