«La persona que ha alcanzado la Iluminación», decía el Maestro, «es la que ve que todo en el mundo es perfecto tal como es».
«¿Y qué me dices del jardinero?», le preguntó alguien, «¿también es perfecto?»
El jardinero del monasterio era un jorobado. «Para lo que se supone que ha de" ser en la vida», respondió el Maestro, «el jardinero es un jorobado perfecto».
La idea de que todo en el mundo es perfecto era más de lo que los discípulos podían aceptar.
De modo que el Maestro trató de expresarlo en conceptos más fácilmente inteligibles:
«Dios teje tapices perfectos con los hilos de nuestras vidas,
incluidos nuestros pecados.
Si no somos capaces de verlo,
es porque miramos la otra cara del tapiz».
Y de una manera más sucinta:
«Lo que para algunos no es más que una piedra que brilla,
para el Joyero es un diamante».
Tony de Mello
Es curioso. Si preguntamos a las personas lo que es la perfección estoy seguro que darían respuestas muy diferentes. Lo más preocupante es que la idea que tenemos de la perfección la buscamos fuera de lo que somos nosotros. La idea de que el "jorobado" jardinero del monasterio es un jorobado perfecto me gusta porque somos el punto de partida de nuestras propias vidas: la aceptación feliz y contenta de lo que somos.
La peor lucha que podemos tener es la lucha con uno mismo. Todo reino dividido tiene todas las opciones de venirse abajo. No podemos triunfar en la vida si nos negamos a nosotros mismos. La afirmación de uno mismo empieza por aceptar lo que se es y, como en el diamante, pulir la piedra preciosa que somos a pesar de las limitaciones que tenemos.
Lo peor de todo es la continua comparación que nos hacemos con los demás. Es sólo a partir de lo que somos y lo que podemos pulir desde lo que somos como vamos a construir de forma constante la perfección que somos.
¿Qué puedo hacer con mi vida desde lo que tengo, desde lo que soy y desde donde me encuentro?