¿Has luchado alguna vez contra el insomnio? La verdad es que es duro. Es algo que te fastidia. En tu lucha, cuando no aceptas que no puedes dormir, buscas todas y cada una de las posiciones para poder dormir. De un lado y del otro, hacia arriba o hacia abajo, abrazando la almohada o poniéndola a los pies, apoyando los pies en alto contra la pared o acostándote en sentido contrario. Lo que si es realmente curioso es, que cuando aceptas que no puedes dormir, te caes dormido sin darte cuenta.
Hace unos años escuchaba a una persona que entraba a dar su opinión en un programa de radio que lo primero que decía era que estaba muy nerviosa. Los que conducían el programa le dijeron que no se preocupara y que cuando los nervios le jugaran una mala pasada lo comprenderían. Lo más curioso de todo es que entro reconociendo y aceptando que estaba nerviosa y durante su intervención no mostró nerviosismo alguno.
Cuando hablamos de la aceptación de los demás creo que puede ocurrir otro tanto de lo mismo. Recuerdo un cuento de Tony de Mello en el que se le pedía a un alcohólico que cambiara de actitud. Le explicaban los mil y un motivos para poder hacerlo: salud, familia, economía, trabajo, etc. El siempre lo intentaba y nunca lo conseguía, aunque lo que podía ver es que las personas se alejaban de él al ver que no cumplía con sus promesas. En cierta ocasión una persona muy querida se acercó a él al verlo triste y desolado y le dijo: ¡No cambies!, yo te quiero y acepto como eres. A partir de ahí dejó de beber alcohol.
Cuando no aceptamos algo entablamos una lucha en dos sentidos:
- Por una parte luchamos contra la realidad. La queremos cambiar y transformar. La vemos como una enemiga.
- Por otra parte luchamos contra nosotros mismos, porque queremos cambiarla y vemos que no somos capaces.
Mientras nuestra mente esté ocupada en lo que no queremos y rechazamos le estamos regalando todas nuestras fuerzas a lo que detestamos.
Cuando nuestra mente acepta y no rechaza encuentra la tranquilidad para iniciar el cambio desde esa tranquilidad y desde ese equilibrio.
Cuando aceptamos el insomnio acabamos durmiendo antes, cuando acabamos aceptándonos tal y como somos nos centramos en lo que queremos. Y cuando somos capaces de aceptar a los demás somos capaces de ofrecer la tranquilidad a las personas que no la encuentran dentro de si mismas al punto de transformarlas sin que haya intención o presión sobre ellas.
Es el pacto con aquello que rechazamos y no queremos lo que nos da fuerzas para colocar nuestra mente y nuestra energía en lo que realmente queremos. Es desde la tranquilidad de la aceptación desde donde iniciamos el camino no de huída de lo que no queremos, sino del encuentro de lo que sí buscamos. Nuestra mente se centra en lo que hay, y desde lo que hay se camina hacia lo que se desea.