¿Cuando o cómo podemos decir que empieza o puede empezar el cambio en nuestra vida?
Hay una parábola en el Evangelio que tal vez sea una ilustración clara de lo que pueda necesitar una persona para elaborar el proceso de cambio en su vida. Me refiero a la Parábola del Hijo Pródigo que después de malgastar la herencia de su padre en un désenfreno total acaba comiendo la comida de los puercos. Es ahí, en una situación de fracaso total en la que uno piensa y se convence que "su modo de vida" no funciona.
Ese es el principio del cambio, reconocer que algo falla, que no funciona, que no es productivo o que no nos hace feliz. Ese es el principio porque a partir de ahí surge otra pregunta: Si este camino no funciona, ¿cuál es, pués, el camino? Es el momento en el que comenzamos a pensar, a imaginar, a proyectar nuevos caminos. Es el momento en el que cambiamos de dirección, no de estrategia, sino de dirección.
Lo que no satisaface, ni funciona, ni da sentido a nuestras vidas tan sólo requiere de una cosa: Cambio, cambio que nace de la "necesidad interior" de cada uno, cambio que nace de la convicción profunda de la propia persona, cambio que lo produce el sinsentido y el sinsabor de lo que uno ha recorrido y del resultado obtenido.
Y es la Imaginación, junto con una escala de valores seria y profunda la que busque dentro de nosotros aquello que llena y da sentido a la propia vida. Ambas, Imaginación y Valores, son las que bucearán en nuestro consciente y subconsciente en búsqueda de caminos mucho más innatos, más creativos, más genuinos y, en una palabra, más de uno mismo.
¿Funciona nuestra vida?
¿Nos sentimos satisfechos con nuestro modo de vida?
¿Son efectivas nuestras reglas personales para vivir?
¿Necesitamos más imaginación y más y mejores valores?