1/6/16

Madurar


La madurez es señal de equilibrio.

Siempre me ha gustado observar a las personas mayores como personas que han alcanzado la madurez. Una de las señales de la madurez en señal de equilibrio es la gran tranquilidad con la que viven situaciones en las que en el pasado perdían los nervios, se desesperaban y, por culpa de ello, llegaban a arruinar su propia vida.

Esta situación la viven de manera muy especial personas que han estado al borde de la muerte. Cuando hablas con ellos tienen una visión totalmente diferente de la vida y saben relativizar muchas situaciones que antes eran muy difíciles de ceder.

Tal vez haya más de tres características de la madurez que se dejan ver por si solas:
  • Cuidar lo que se dice. ¿Cuántas barbaridades hemos dicho en la vida? ¿Cuántas han marcado un antes y un después en nuestras relaciones personales, familiares, laborales y sociales? ¿En cuántas de ellas estábamos equivocados y en cuántas no lo estábamos, pero teníamos otra percepción de la realidad? De las muchas torpezas que hemos dicho en la vida y de las que nos hemos dado cuenta de lo mal planteadas que estaban hechas hemos aprendido. Esa lección nos ha llevado a cuidar lo que decimos, a analizarlo antes de decirlo y también a saber callarlo por lo inútil que puede ser en sí el decirlo. Nuestras palabras pueden ser muy relativas. La madurez lo relativiza todo.
  • Respetar lo que se escucha. Lo que se escucha dice mucho de quien lo pronuncia. La manera de escucharlo dice también mucho del receptor. La palabra escuchar es un término que utilizamos mucho, pero que en el fondo no da miedo practicar. Queremos que nos digan lo que queremos escuchar. Y cuando nos dicen lo que nos molesta, ¿cómo reaccionamos? He llegado a la conclusión que somos capaces de escuchar cuando conseguimos profundizar en lo que nos dicen aunque no nos guste, puesto que no tenemos miedo y estamos, por una parte tranquilos ya que nada hay que temer si confiamos en nosotros mismos, y por otra mucha que aprender por adentrarnos en un terreno en el que parece enemigo y del que algo podemos aprender. Respetar lo que escucho no quiere decir que lo acepte. Escucho, me informo, aprendo, contrasto y tomo lo que me pueda servir. El resto, con el mismo respeto que lo escucho puedo dejarlo a un lado con toda la tranquilidad del mundo, lo que revela madurez.
  • Meditar lo que se calla. Entre lo que se dice y lo que se podría llegar a decir quedan muchas cosas en el tintero y en el silencio de nuestra vida. ¿Para que sirven? De la misma manera que una persona se sienta sola frente al mar, piensa, medita y reflexiona, también nosotros lo podemos hacer con todo aquello que llega a nuestros oídos y a nuestros ojos. Callar no es ignorar, puede ser también un símbolo de apreciar, de tener en cuenta, de valorar, de tener presente en la vida, aunque no todo haya que expresarlo puesto que todo tiene su tiempo. Meditar con toda la tranquilidad del mundo es un símbolo de libertad y de madurez, puesto que puedes ver y analizar las cosas sin sentirte condicionado por ellas.
Todo pasa por saber relativizar las cosas y dejar que hablen por si mismas sin miedo a lo que de ellas podamos aprender.