Cuando el maestro se hizo viejo y enfermó, los discípulos no dejaban de suplicarle que no muriera.
El maestro les dijo:– Si yo no me voy, ¿cómo podréis llegar a ver?– ¿Y qué es lo que no vemos mientras tú estás con nosotros? – preguntaron ellos.Pero el maestro no dijo ni una palabra.Cuando se acercaba el momento de su muerte, los discípulos le preguntaron:– ¿Qué es lo que vamos a ver cuando tú te hayas ido?Y el maestro, con una pícara mirada en los ojos, respondió:– Todo lo que he hecho ha sido sentarme a la orilla del río y daros agua.– Cuando yo me haya ido, confío en que sepáis ver el río.
Es normal que nos quedemos con lo superficial y dejemos de lado lo esencial, aquello desde donde brota la sabiduría. Cuando leía esta pequeña historias de Anthony de Mello me venia precisamente a la mente en cómo nos quedamos a los umbrales de la sabiduría por crear una dependencia de las formas, de los mensajeros o de la relaciones que nos sostienen.
Admiramos a alguien que juega al fútbol, que pinta, o que escribe e incluso lidera a los demás. Rara vez nos ponemos a su lado para saber como, cuando, donde y porqué desarrolla toda esa sabiduría o entusiasmo que nos encandila. Viene a ser algo así como el espíritu de la persona.
Detrás de cada acto, de cada palabra, de cada actitud siempre hay una idea, un valor que lo sustenta. Es ahí donde bebe la persona. El
Dicen que somos el reflejo de las cinco personas con las que más estamos a lo largo del día. Tal vez será porque nos embutimos de su espíritu y de su visión. Aprendemos a mirar hacia donde ellos miran.
Siempre recordaré a Jack Linnan, mi profesor de Cristologia, que nos alentó a que nos fijáramos en algo y que jamás perdiéramos el foco: Jesus anunció los valores del Reino, amor, justicia, paz.... Una vez muerto y resucitado se anuncia su Resurrección. Más tarde se anuncian los credos y cantidad de pequeños o grandes mandamientos. Al final se acaba poniendo el foco en la Iglesia y los Sacramentos.
Pongo este ejemplo porque es muy visual. La preocupación o la visión de Jesús pasó de los valores del Reino a cosas mucho menos importantes. ¿por qué? Porque nos quedamos no en el foco donde Jesus tenía puesta la mirada y desde donde el se alimentaba.
En la vida real de cada día nuestro foco tiene que estar puesto en lo que da sentido a nuestra vida y a nuestro trabajo. Desde que perdamos el foco comenzaremos a ir de rama en rama picoteando de todo pero no alcanzando lo que realmente buscamos.
Saber dirigir la mirada al foco, a lo esencial, se hace crucial.