Me gusta la frase de Maya Angeluo en la que invita cambiar algo, y si no se puede cambiar, cambiar de actitud.Unas veces pienso si queremos cambiar las situaciones de la vida. Creo que nos amoldamos al sufrimiento y a las circunstancias. Aceptamos a regañadientes las situaciones dejando que las quejas se vayan escapando poco a poco, y como quien que no quiere la cosa, a través de nuestros labios. Me viene a la mente aquella frase de san Pablo en la que dice que ya puedo yo entregar mi cuerpo a las llamas que si no tengo amor, nada soy.
La vida no es cuestión de fingir y de aparentar lo que realmente no existe. La lamentación y la queja son fruto de la contradicción que vivimos dentro de nosotros mismos. Parecemos hacer las cosas con amor y por dentro no somos capaces de saborear lo que hacemos. Nos engañamos a nosotros mismos. Tal vez le falta ese ingrediente especial que tienen muchos platos que nos comemos a diaria, una pizca de amor, eso si el amor que te hace sentir realizado en aquello que haces, el amor que te hace sentirte útil a los demás, el amor que da sentido a todas y cada una de las cosas que emprendemos en la vida.
Es por eso que cuando las cosas no nos funcionan como nosotros queremos, ¿no sería mejor cambiar de actitud?