¿Nunca te has sentido a gusto escuchando algo y de has dado cuenta de que el foco de atención no era lo que escuchabas sino aquello a donde lo que escuchabas te trasladaba?
A mi me ha pasado en ocasiones que he estado escuchando a alguien que me inspiraba o que me contaba alguna situación personal. Me sentía a gusto en una u otra situación y de repente me sentía transportado a lo que estaban hablando y sin darme cuenta ya no estaba presente en la conversación en sí sino inmerso en lo que se describía. Apreciaba, de una manera u otra, lo que se decía pero perdía la conexión con el que lo estaba diciendo y, posiblemente, lo que me estaba comunicando.
Escuchar es algo más que apreciar un mensaje que se da. Es captar lo que se quiere decir a través de él. Recuerdo el ejemplo de alguien que quería pararse en una gasolinera a tomar un café, y cada vez que estaban a punto de pasar por una le decía a su marido, que era el que conducía: "¿No quieres echarle gasolina al coche?" El marido siempre contestaba que no. Ya en una de ella necesitaba gasolina y decidió parar. Entonces la mujer dijo: "¡Al fin podré tomar un café!"
Cuantas veces nos ha ocurrido que apreciamos lo que nos dicen pero no interpretamos o no nos aseguramos del mensaje que nos quieren dar. Es importante verificar lo que entendemos y si lo que entendemos es lo que se nos quiere comunicar. ¿Cómo? Preguntando. La pregunta se hace no para cuestionar sino para verificar y así dar a entender que estamos escuchamos y queremos entender bien lo que se comparte con nosotros.