Las adversidades pueden ser causa de crecimiento y de iluminación dijo el maestro.
Y lo explicó del siguiente modo:
Había un pájaro que se refugiaba a diario en las ramas secas de un árbol que se alzaba en medio de una inmensa llanura desértica. Un día, una ráfaga de viento arrancó la raíz del árbol, obligando al pobre pájaro a volar cien millas en busca de un nuevo refugio… hasta que, llegó a un bosque lleno de árboles cargados de ricas frutas.
Y concluyó el Maestro:
Si el árbol seco se hubiera mantenido en pie, nada hubiera inducido al pájaro a renunciar a su seguridad y echarse a volar.
Es importante echar una vista atrás y recordar todos esos momentos de dificultad que hemos tenido y a lo que nos ha obligado en la vida. Sin duda hemos aprendido a salir de las situaciones, con mayor o menor esfuerzo, pero nos han ayudado a salir.
Unas veces hemos aprendido cosas nuevas, y otras a utilizar las que teníamos aletargadas, dormidas o paralizadas por los miedos, el no querer asumir riesgos o, simplemente, por pereza.
Las dificultades tienen esa grandeza, la de sacudirnos y hacernos despertar del letargo en el que muchas veces estamos instalados.
Lo importante es que cada momento de la vida siempre enseña algo y siempre te conduce a desarrollar aspectos olvidados o nuevos dentro de uno mismo.