Hay un poder grandísimo en las palabras que dirigimos a los demás como en las que nos dirigimos a nosotros mismos. Las palabras tienen el poder de levantar y motivar a alguien, como la de desmotivar y hundir a otros. Pero curiosamente no nos damos cuenta que durante la mayor parte del día con quien más hablamos es con nosotros mismos. ¿Qué tipo de mensajes nos enviamos a nosotros mismos de manera consciente o inconsciente? ¿Cuántas veces nos decimos el "no puedo", "no soy capaz", "no valgo" y otras muchas más expresiones de este tipo?
Curiosamente nos las decimos tantas veces que nos las creemos y nuestra mente inconsciente se la toma en serio al punto de que le haremos caso y seguiremos las sendas que se han construido negativamente dentro de nosotros, así como muchas veces inculcamos esas ideas a otros.
Decía Einstein en una ocasión que un niño había conseguido algo porque nadie le había advertido que era imposible. Es nuestra mente libre la que es capaz de sobrepasar los limites. Es nuestra mente condicionada por nosotros mismos o por los demás la que se retrae y ni siquiera intenta conseguir lo que sí es capaz de hacer cuando se es libre.
Repasar nuestras frases cotidianas, escribirlas en un papel, analizarlas con detenimiento y convertirlas en positivo es una tarea que sería bueno realizar cada día. Hablamos a solas con nosotros mismos, una veces para pensar en alto y otras para desahogarnos. Tomar conciencia de lo que nos decimos puede ser el camino para emprender la senda positiva y constructiva.