Estoy convencido de que muchos de los problemas surgen de la deficiente comunicación que mantenemos. Hoy podía comprobarlo cuando alguien, repentinamente, se ponía nervioso. De repente surgían las prisas y a medida que otro tomaba decisiones iba comunicando parte del contenido de su preocupación. Hubo un momento en el que el malestar se hizo más patente, al punto de que el enfado y el disgusto se hacían más notorios.
En la comunicación no podemos esperar que los demás adivinen las intenciones que uno tiene, y máxime si vamos dando pistas de nuestras necesidades poco a poco. La informacion clara y concisa es fundamental de lo contrario nuestro interlocutor puede entender parte o nada de lo que pueden ser nuestras necesidades.
¿Es más fácil que los demás adivinen lo que tenemos en mente que saber comunicarlo?
A veces nuestra necesidad, ansiedad o fijación de aquello que queremos es tanta que nos olvidamos o dejamos a un lado las formas de poder lograrlo. El cómo, la estrategia, la forma y el contenido claro son partes imprescindibles del exito de la comunicación y del logro de nuestro objetivos. Solo así nos evitaremos el vivir en los conflictos que muchas veces nos entran en la vida por culpa de nuestra deficiente comunicación.
Si la comunicación es un arte, el querer comunicarse bien es una exigencia, un compromiso y un acto de humildad de abrirse a los demás para que nos vean tal y como somos y, así, lograr lo que tanto deseamos, satisfacer nuestras necesidades.