22/9/14

Liderazgo



Muchas veces se plantan delante de nosotros muchas personas que pretenden que las sigamos. Presentan muy buenas ideas, grandes ilusiones y muchas promesas. Dentro de nosotros se enfrentan la duda y el riesgo, la ilusión y la precaución. El dilema es ¿seguir o no seguir? Eh ahí la cuestión. Muchas veces seguimos sin poner en duda cualquier oferta que nos hacen, y tal vez nos dejamos llevar por la emociones, por las expectativas que tenemos y por las ganas de triunfar que tenemos. 

Hay algo que para mi es clave: la experiencia del que te dice que le sigas. Cuando hablo de experiencia es la capacidad de convencer, no por lo que dice sino por lo que es capaz de hacer o por lo que ha hecho en su vida. "Obras son amores y no muchas razones", reza el dicho.

Tomar la iniciativa, dar el paso al frente, ser el que abre el camino, hacer que te sigan por lo que vives y no por lo que dices es la cuestión. A lo largo de mi vida siempre me han entusiasmado aquellos que vivían una experiencia y no me la contaban, sino que la propia experiencia hablaba por sí sola y hacía que te interesaras por ella.

El líder, el pastor no es otro que aquel que va por delante abriendo el camino y no pidiendo que sean otros los que lo abran para poder sacar tajada  de ello.