¿Recuerdas aquellos viejos tiempos en los que nos castigaban en el cole a copiar cien o doscientas veces una frase en la que teníamos que afirmar: "no haré esto nunca más"? Al final la frase se nos quedaba en la mente y por un motivo u otro ahí se quedaba albergada por días, semanas, meses o años.
Hoy se nos machaca con muchas frases que en ocasiones elevan nuestra autoestima, ¡qué bueno eres!, o que, por el contrario nos la bajan, ¡qué inútil que eres, no vales para nada! Después de escucharlas una y otra vez pasan del subconsciente a la pura realidad. Nos lo hemos creído y actuamos como si realmente así fuéramos.
Si lo que es positivo nos lo hemos creído, mejor para nosotros. Pero si lo que nos llegamos a creer es el mensaje negativo, ¡pobrecitos de nosotros! Nuestra vida es una fotocopia de lo que generalmente llegamos a creernos o de lo que nos hacen creer bien con palabras, bien con actitudes hacia nosotros.
De la misma manera nosotros podemos cambiar el mensaje constante que llega a nuestra mente. Podemos construir afirmaciones positivas frente a los mensajes negativos que nos llegan, repetírnoslas una y otra vez hasta que calan dentro de nosotros y hacer que transformen nuestra actitud en la vida.
Para ello tenemos que ser conscientes de:
- El mensaje negativo que alberga nuestra mente. Si no somos conscientes de ello, nada podremos cambiar.
- Transformarlo. ¿Inútil yo? ¿Quien lo dijo? Tal vez lo habré sido en este momento o ante esta situación, pero no ante estas otras.
- Si lo he conseguido en estas situaciones, ¿por qué no en estas otras?
- Yo valgo, yo si puedo, yo ya lo he logrado, lo voy a conseguir.
- Dejar que nuestro subconsciente se llene de estas afirmaciones, se las crea y busque los caminos para abrir con confianza las nuevas fuerzas.
Si los mensajes negativos han calado, ¿por qué no los positivos? Cuestión de concretar el mensaje positivo y repetírselo una y otra vez, sobre todo cuando el negativo aparece a relucir en nuestra mente.