Muchas veces nos vemos tomando decisiones que no nos ayudan para nada a conseguir lo que queremos. Las tomamos con el mejor de los deseos pero no logran cuajar en nosotros ni llegarnos a satisfacer. ¿Por qué?
Las decisiones tienen que estar enmarcadas dentro de un objetivo general, de un proyecto que va más allá de la decisión en sí. Hay decisiones que tomamos dependiendo de las circunstancias y nunca en función de algo que queremos conseguir a largo plazo.
Es precisamente el corto plazo lo que nos aboca al fracaso. ¿Conoces el dicho que dice, "pan para hoy y hambre para mañana?" Pues a ello me refiero. Muchas decisiones que tomamos son a corto plazo. Satisfacen necesidades inmediatas pero sin tener en cuenta las consecuencias del futuro.
Hay que ganar la guerra y no solo las batallas, aunque están sean parte de la guerra y nos guste también ganarlas. El esfuerzo y el sacrificio son parte del camino.
¿Que es lo importante y prioritario? Es todo aquello que está en función del objetivo final que queremos alcanzar. Unas veces implica renuncias y sacrificios, otras optar precisamente por lo que menos nos agrada y otras por lo que nos molesta e incomoda. La casa se comienza por la base. Todo tiene un proceso y nuestras decisiones tienen que formar parte de un proceso. El proceso existe cuando tenemos metas u objetivos a corto, medio y largo plazo. ¿Lo tenemos?