Priorizar es un elemento esencial a la hora de acercarnos o alejarnos de aquello que queremos conseguir en nuestras vidas. ¿Cuántas veces nos hemos visto sorprendidos por cantidad de pequeñas distracciones que han hecho que posterguemos lo importante para más adelante si no es que lo hayamos dejado de lado y acabáramos olvidando de ello.
Cuando damos prioridad a algo en la vida, ese algo va adelante. La policía tiene más prioridad que las propias señales de tráfico. Las ambulancias cuando van de emergencia tienen más prioridad que los coches que tienen delante, que acaban siempre cediéndoles el paso.
Las prioridades nos acercan a nuestros objetivos. La falta de ella acaban generalmente alejándonos. Todo es cuestión de decisiones que debemos tomar en el día a día.
En medio de las prioridades hay un elemento importante: ¿Qué es prioritario en mi vida? ¿Soy yo? ¿Es mi mujer? ¿Mi hija? ¿Mis jefes? Dependiendo de lo que elija dependerá lo que consiga. ¿Cómo se yo cual es realmente mi prioridad? A veces tengo la impresión de que yo soy mi prioridad y resulta que mis acciones se encaminan para satisfacer a los demás. Otras veces mis prioridades son los otros y a la larga estoy buscándome a mí mismo. Es parte de las contradicciones y singularidades de la vida.
Los que son empáticos generalmente están más centrados en los demás. Los que, por ejemplo, les gusta trabajar solos y no son detallistas, tienden a estar más centrados en sí mismos. Pero siempre tenderemos a buscar el equilibrio si queremos sentirnos bien con nosotros mismos y con los demás, aunque como bien dice la frase, "intenta agradar a todos y acabarás nos agradando a nadie", además de sentirte plenamente frustrado y desdichado.