6/2/12

Éxito y meditación



Embarcados en el camino del éxito en nuestra vida podemos encontrarnos muchas veces con un duro adversario que es la euforia, la ansiedad, las emociones y "las ganas" de querer conseguir aquello que tanto deseamos. Sin darnos cuenta nos convertimos en esclavos de nuestras propias metas y con ello perdemos la visión y el control de aquello que tenemos que hacer y por consiguiente de lo que queremos conseguir. Es ahí donde entra el silencio y la meditación para ofrecernos la posibilidad del equilibrio. En la vida no siempre todo es corazón. La cabeza, la razón y el equilibrio juegan un papel importante.


La meditación se caracteriza normalmente por tener algunos de estos rasgos:
  • Un estado de concentración sobre la realidad del momento presente. Una realidad que tiene que estar libre de juicios, de sentimientos, de prejuicios y de valoraciones. La meditación lo que hace es favorecer que podamos conocer la realidad, las personas y las cosas por lo que son y no por lo que creemos, pensamos o sentimos que sean.
  • Un estado experimentado cuando la mente se disuelve y es libre de sus propios pensamientos. Es lo que produce, precisamente, esa libertad de estar abierto a lo nuevo y a lo diferente, a lo que existe más allá de nuestros prejuicios.
  • Una concentración en la cual la atención es liberada de su común actividad y focalizada en Dios o en aquello sobre lo que queremos meditar, tal y como pueden ser persona u objetivos de nuestra propia vida.
  • Una focalización de la mente en un único objeto de percepción, como por ejemplo la respiración o una recitación de palabras constante, una idea u objetivo, una meta o situación, de tal manera que focalizarse en ello sin prejuicios de ningún tipo nos enriquezca con su propia riqueza y esencia.
En este semana abordaré las diferentes formas de meditar,