Salió el sembrador salió a sembrar. Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron. Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra; pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron. Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno.
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Ésta parábola del Evangelio siempre me ha hecho pensar. A medida que uno va viviendo y afrontado situaciones te enseña mucho más. Más sobre como vivir, como elegir a las personas, como hacer más productivo el negocio, como hacer posibles los resultados que quieres.
Si ciertamente los resultados parecen ser consecuencia de la motivación, de la constancia y del esfuerzo del que siembra y trabaja la tierra también es cierto que el buen sembrador debe de saber escoger la tierra propicia a lo que quiere sembrar.
¿Merece la pena sembrar en cualquier situación? ¿Y cualquier persona? ¿Y en cualquier momento? Todo tiene su tiempo, tanto en el campo como en las personas. Hay tierras que son fértiles así como hay personas que están abiertas a las diferentes propuestas de la vida. Hay momentos en que son aptos para sembrar mientras que otros parecen ser perjudiciales. También en los negocios hay momentos buenos para sembrar y otros para recoger. A nivel inmobiliario, por ejemplo, hay claros momentos de compra, cuando los precios bajan y momentos de venta, cuando los precios suben.
Las personas también tienen sus cualidades, sus momentos, sus valores y sus limitaciones. Si bien es cierto que todos podemos aprender, no todos podemos estar en el momento para emprender el camino, bien sea a nivel laboral o interpersonal.
Tenemos que saber escoger los momentos, las personas, las situaciones. Todo ello se puede hacer a través de la información y de la formación, pero es nuestra la responsabilidad de saber elegir, escoger y decidir. La clave es saber hacerlo desde lo que queremos conseguir, desde el saber comunicarlo, desde saber sembrar la ilusión, desde el saber dirigir y desde saber conocer los campos y las personas con las que queremos vivir, trabajar y caminar.
Salir a sembrar requiere conocer el tipo de tierra o de persona en la que queremos sembrar.