Llevo unos días escuchando, y por boca de diferentes personas, una frase que puede condicionar mucho los objetivos, las metas y los ideales de la personas, especialmente de los más jóvenes: "De donde no hay, no se puede sacar".
Cuando la he oído siempre ha sido en un contexto peyorativo. Y como la he escuchado varias veces en el transcurso de la semana pasada me han venido a la mente cuán equivocados podemos estar y, al mismo tiempo, cuánto daño podemos hacer.
¿Equivocados? Nada más lejos que comprobarlo con la misma vida y la misma ciencia. ¿Cuántos inventos no se han llegado a realizar cuando la mente humana los hacía imposibles? El avión, las naves espaciales, medicamentos, etc. Pero una de las cosas más alucinantes puede ser como en sitios carentes de agua, los desiertos, ha habido gobiernos que los han convertido en auténticos vergeles donde se han llegado a cosechar ingentes cantidades de productos alimenticios, y a veces con un simple sistemas de riego de goteo.
Por otra parte se han llegado a realizar experimentos a nivel psicológico donde se ha engañado a profesores diciéndoles que los alumnos a quienes iban a enseñar eran superdotados, cuando en realidad la media de los niños era realmente baja, mientras que a otro grupo de profesores se les ha dicho que los niños a los que iban a enseñar eran de un nivel de inteligencia bastante bajo, cuando en realidad eran superdotados. ¿Resultado? Los que eran de nivel bajo experimentaron un avance más que notorio, mientras que los superdotados experimentaron un retroceso muy considerable.
Nuestros prejuicios sobre nosotros mismos o sobre personas con las que convivimos o trabajamos hacen que nos tratemos a nosotros mismos de una manera más positiva o negativa, así como a las personas que nos rodean.
El cariño, el amor, el interés, el entusiasmo y la credibilidad hacia nosotros mismos o hacia los que viven a nuestro alrededor pueden hacer que logremos o logren resultados excelentes o, en el peor de los casos, que caigan una muy baja autoestima que los lleve a hundirse en el fracaso.
Fe en la personas, en lo que hay dentro de ella, como persona humana como tal, y en lo que la personas puede llegar a ser y a conseguir son las bases para poder lograr aquello a lo que aspiramos o a lo que aspiran aquellos que rondan cerca de nuestra vida. Creer en uno mismo, en la persona como sí, nos ayuda a levantar vuelo y sobre todo a volar más alto.
¿Creemos en nosotros mismos? ¿Creemos en las posibilidades de los que nos rodean? Lo importante es que no podemos quedarnos en las apariencias. Todos y cada uno de nosotros, y a lo largo de nuestra trayectoria en la vida, hemos sido capaces de realizar pequeños y grandes logros. Nuestra responsabilidad es reconocer en nosotros mismos, y ayudar a que otros reconozcan en ellos mismos, esos pequeños o grandes logros, que nos son mera teoría, sino parte real de la vida de cada persona. A partir de ahí tan sólo queda un camino: potenciar lo ya vivido y utilizarlo como trampolín para conseguir otras cosas.
A nivel práctico, ¿cuáles son los pequeños y grandes momentos en los que has conseguido algo, o en los que viven a tu lado han conseguido algo? ¿Cómo pueden esos momentos ya vividos ayudarte o ayudar a otros a vivir nuevas y mejores realidades?