23/7/15

Gestionando emociones.



Venía hace un rato escuchando en el coche la importancia de gestionar las emociones y como muchas personas son capaces de sobreponerse a verdaderas tragedias en su vida. A medida que iba escuchando me venía a la mente una situación del Evangelio que da mucho juego en sí y es la de la mujer adultera que iba a ser apedreada por ser sorprendida en adulterio. Unos con las piedras en la mano listos para lanzarlas, otra esperando con resignación el castigo que se le venía encima y, por otra parte, Jesús escribiendo en el suelo. ¿Qué escribía que hizo que nadie lanzara la piedra?
  • Fariseos. Pienso que muchas veces apuntamos con el dedo, la mirada, la lengua o la actitud cantidad de cosas, condenables o no, que no nos gustan y que hacen que sintamos un fuerte rechazo hacia personas o situaciones. Estamos más que dispuestos a lanzar piedras pero, ¿en qué dirección? Un adulterio, supuestamente, tiene a dos personas implicadas: la mujer y el hombre, en este caso, con el que fue sorprendida. La mujer estaba preparada para ser lapida pero, ¿donde estaba la otra parte del adulterio? ¿No será que condenamos y acusamos aquello que nos molesta de los otros pero no lo que, directa o indirectamente, nos implica a nosotros.

  • La mujer adultera. Por una parte entraña el sentimiento de culpabilidad, ese sentimiento que muchas veces nos hace resignarnos y caer en una muy baja autoestima en la que no queda más remedio que aceptar la realidad y dejarse someter por ella. Por una parte, pena. La pena de ser sorprendido en una situación que es condenada por el resto de la sociedad. Por otra parte dolor. Sentirse justo en medio de los dardos, las críticas y el rechazo de los demás no creo que sea plato de buen gusto para nadie, sobre todo si eres tan sólo parte del problema y a la otra parte sí se le protege. Me imagino que por otro lado tenemos una sensación o sentimiento de soledad porque estás ahí, sola y ante el peligro, sin tener nada en la manos con que poder evitarlo.
  • La mirada de Jesús. Una mirada en muchas direcciones, me imagino. 
  • Una mirada hacia la mujer de comprensión, perdón, empatía, justicia o si quieres de equilibrio. Creo que más allá de lo que hacemos está lo que somos como personas y detrás de lo que hacemos se esconden cantidad de vivencias y de experiencias que casi nadie es conocedor. Son situaciones que nos hacen vivir y tomar decisiones que tal vez queramos, tal vez no y que de una manera u otra nos ponen entre la espada y la pared en la vida. 
  • Una mirada hacia los que iban a lanzar la piedra. Una mirada hacia ellos que le impulsó a escribir algo en el suelo, algo que hizo que, curiosamente, desde el más anciano hasta el más joven dejaran caer sus piedras en el suelo sin golpear a nadie. ¿Qué escribiría? La frase "el que esté libre de pecado que tire su primera piedra" nos lo puede dejar entrever. Nuestra realidad tiene siempre algo en común, no somos perfectos y, por ello, tenemos nuestros errores y limitaciones. Y son precisamente ellos, la comprensión de nuestra propia realidad, la que nos permitirá comprender la de los demás. De ahí que quien no se ama a si mismo no puede amar a los demás y que quien no se perdona a si mismo jamás podrá perdonar a otros.

  • La propia mirada de Jesús. La mirada emocional y yo diría que la mirada profunda que va más allá del adulterio, de la falta, de la transgresión y se fija en la persona en sí. Mientras nosotros nos quedemos en los hechos que nos amargan la existencia éstos tendrán más fuerza y poder sobre nosotros. Y la misma mirada que Jesús dirigió a la mujer es la misma que dirige a quienes van a lanzar las piedras. Ni el adulterio tiene la fuerza suficiente para crucificar a nadie, ni las actitudes y errores de quien están dispuestos a lapidar tienen la fuerza para que a ellos se les lapide. "Yo tampoco te condeno, vete y no peques más". ¡Qué fuerte! ¿No? No estoy de acuerdo con lo que haces, pero te respeto y te perdono. Y si es posible vive con coherencia.
Para gestionar las emociones, ¿hacia donde mirar?

  • ¿Hacia "lo que" hace el otro? 
  • ¿Hacia el "transgresor?
  • ¿Hacia las piedras que se lanzan?
  • ¿Hacia los propios errores?
Creo que la mirada de Jesús es la del equilibrio que sabe gestionar las emociones. La mirada hacia la persona más allá de sus actos, hacia la persona en su esencia.