Cuándo miramos de forma constante hacia atrás en la vida es porque lo que estamos viviendo no nos convence y lo peor de todo es que hacia donde nos dirigimos tampoco. En los buenos momentos de la vida el presente es una realidad que nos hace olvidar todo. Se pasan los minutos, las horas y los días como si nada. ¿Por qué? Porque estamos inmersos en un proceso con el que nos identificamos y con el que nos sentimos a gusto.
Dicen que la depresión es un apego excesivo al pasado y que la ansiedad en una dependencia desmesurada de lo que puede ocurrir en el futuro. Es el presente el que nos llena y el que nos hace sentir bien con nosotros mismos, y por ello con los demás.
Pero el presente tiene sentido cuando caminas con un sentido y en una dirección que le da coherencia a lo que haces y a lo que pasa diariamente en tu vida. Y lo tenemos cuando somos capaces de conectar el presente con lo que buscamos y sin dejar de vivir el momento que nos toca vivir como parte de los pasos que damos construyendo paso a paso el futuro.
Cuando miramos hacia atrás nuestra mirada está en lo que dejamos. Cuando vivimos el presente nuestra mirada está no solo en el presente sino también en el futuro que construimos en cada momento, pues el futuro está hecho de cada decisión que vamos tomando en nuestro día a día.