5/8/15

Creciendo a nuestro ritmo.





El Maestro siempre permitía que cada cual creciera a su propio ritmo. Que se sepa, nunca pretendió “presionar” a nadie. Y él mismo lo explicaba con la siguiente parábola. 
Una vez, al observar un hombre como una mariposa
luchaba por salir de su capullo, con demasiada lentitud
para su gusto, trató de ayudarla soplando delicadamente.
Y en efecto, el calor de su aliento sirvió para acelerar el proceso.
Pero lo que salió del capullo no fue una mariposa,
sino una criatura con las alas destrozadas. 
Cuando se trata de crecer, concluyó el Maestro, no se puede acelerar el proceso, porque lo único que puede conseguirse es abortarlo.
Dicen que uno valora lo que tiene en la medida en la que ha tenido que sufrir o dedicarle tiempo para conseguirlo. Uno de los valores más grandes que podemos tener en la vida en relación a los demás es confiar en la capacidad que tienen de salir adelante por si mismos. Y es muy cierto que en muchas ocasiones queremos que nos pongan las cosas en bandeja o que los demás "no pasen" por donde nosotros hemos pasado. Al final no ayudamos a las personas a que confíen en si mismos y se desarrollen con todas sus capacidad.

Son las situaciones tensas y de necesidad las que hacen que tengamos que buscar recursos dentro de nosotros mismos para salir adelante. Es fácil que esperemos que otros nos ayuden o nos resuelvan situaciones, pero cuando lo hacen nos pasa como a la mariposa que no pudo volar. No somos nadie si la vida no nos pone a prueba. La comodidad y las zonas de confort que tenemos nos invitan muchas veces al conformismo y a no desarrollar todo el potencial que llevamos dentro.