Las personas vivimos de símbolos, de imágenes, de señales que nos van recordando de donde venimos y a donde vamos. Una de ella el inicio del año, una fecha llena de objetivos, metas, ilusiones y sueños a alcanzar. Hay quienes se toman las fechas actuales como un día más, pero nunca está mal el recordar lo que queremos, lo que buscamos y a que distancia estamos de ello. Estas fechas son buenas para eso, incluso para cuestionarse el porqué alcanzamos o dejamos de alcanzar aquellas cosas que nos proponemos.
Lo que si es conveniente es fijar plazos. Podemos querer algunos objetivos en el mes de Enero, otros en Diciembre. Lo mejor es saber hasta donde queremos llegar y dividir esas metas en otras más pequeñas que nos ayuden a evaluar semana tras semana, mes tras mes o trimestre tras trimestre lo cerca o lo lejos que nos podemos encontrar de tal metas u objetivos. No poner fechas es dejar que las cosas vaya un tanto a su ritmo sin ningún plan de exigencia y de poder verificar poco a poco si estamos en el camino correcto. Ello nos ayudará a no dejarnos ir y ver como al final, la falta de método hace que no consigamos lo que queremos. Además no hay nada más bonito que ir esculpiendo día a día el proyecto, saborear y gozar de él.
Estamos en un momento de replantearnos nuestras metas y objetivos, la forma en como lo estamos haciendo y nuevas maneras de poder lograrlo. Siempre es bueno un alto en el camino, un momento de reflexión y un momento en el que recargar las pilas.