10/5/16

Felicidad. ¿Dentro o fuera de uno?

Felicidad. ¿Dentro o fuera de uno?

Felicidad. ¿Dentro o fuera de uno?

La felicidad. Es curioso, ¿verdad? ¿Dónde está la felicidad? ¿Dentro de nosotros? ¿Fuera? ¿La felicidad nos la dan las personas con las que vivimos o trabajamos? ¿Nos la da las cosas que tenemos? ¿Dónde, dónde está la felicidad?

Yo creo que hemos sido creados, o hemos venido a la vida para ser felices. También creo que sería enormemente injusto que esa felicidad no estuviera al alcance de nuestras manos. Desde mi punto de vista de creyente "somos imagen y semejanza de Dios" no en cuanto a nuestra forma corporal, sino más bien a lo que es la esencia de Dios: "vida, amor y energía".

Creo que nacemos con la capacidad de ser felices de forma autómata. Basta con ver a los niños para ver la capacidad de ser felices que son en medio de cualquier tipo de circunstancia. Saben sobreponerse muy bien porque saben vivir el momento.

Tal vez nuestra conciencia del pasado y del futuro hacen que vivamos más pendientes de ello que del propio presente de nuestra vida y que nos perdamos gran parte de nuestra vida sufriendo por lo que ya no existe ni por lo que todavía no ha llegado a existir.

También creo que tenemos una actitud de ser felices "si" conseguimos esto o aquello. Y mientras tanto ¿qué? ¿No podemos ser felices? ¿Es la felicidad la consecución de algo o más bien el encuentro con uno mismo y el cómo puedes mostrar lo que eres y tienes dentro de ti al mundo?

Soy consciente de que las personas que más felices son son aquellas que dan de lo que son y tienen y observan como distribuyen vida, energía y amor a su alrededor. Es muy difícil ver a una persona amar y no ver el reflejo de la felicidad en su rostro.

Por el contrario es más difícil encontrar esa cara de felicidad en las personas que siempre están esperando y dependiendo de que los demás les den lo que necesitan.

No puedo esperar la felicidad de nadie ni de nada. La felicidad depende de mi, de cómo vivo cada situación de la vida. Yo soy feliz en la medida en la que me acepto y en la que me quiero. Aprecio lo que soy y las cualidades que tengo que no siempre son las mismas que otras personas. Y soy feliz con ello.

Es entonces cuando puedo amar, dar de lo que soy y tengo. No espero a que me hagan felices porque puedo serlo por mi mismo y compartirlo con los demás. Bien decía Jesús que Amar a Dios era el primero de los mandamientos, puesto que Dios es todo, vida, amor y energía. Y que el segundo era "amar al prójimo como a uno mismo". No puedes amar al prójimo como a ti mismo si antes no te amas. Y es del amor a ti mismo de lo que das, repartes y compartes en la vida.

El equilibrio está en sentirse imagen y semejanza de Dios por la capacidad de generar dentro de ti lo mismo que Dios: Vida, amor, energía, paz, cercanía, etc

Autocontrol


Si tuviéramos que elegir entre la fuerza y el poder, ¿qué elegiríamos? ¿Y si tuviéramos que elegir entre dominar a los demás y dominarnos a nosotros mismos? 

Cuando miramos hacia nuestro alrededor podemos observar a muchas personas que se arman de fuerza para dominar a los demás.
Desde un punto de vista político lo hacen para dominar y prevalecer sobre los demás. Muchas veces a costa de la propia ignorancia y a sabiendas de no le están haciendo un gran favor al pueblo. Hay casos donde se puede palpar la miseria humana, la falta de libertad de los derechos fundamentales de expresión o incluso de poder decidir. La fuerza del poder en forma de coacción en detrimento del pueblo son una realidad. La pobreza del poder se impone sobre la riqueza del pueblo. ¿Será para tapar las propias miserias y complejos que uno tiene? ¿Será para esconderse detrás de una absurda riqueza material que niega la propia riqueza personal?
Desde el punto de las relaciones meramente humanas y sociales vemos también la misma lucha en forma de rivalidades que llevan muchas veces hasta la muerte. Luchas de genero entre hombres y mujeres, luchas entre partidos políticos donde lo importante es la descalificación y la llegada al poder antes que soluciones reales a los asuntos que preocupan al pueblo.
Pero el poder del que menos se habla es del poder que uno mismo tiene que realizan dentro de sí mismo para no ser esclavo de sus propias palabras, de sus propios sentimientos, de sus propias actitudes. 

Tendemos a culpabilizar a los demás y a someterlos a lo que pensamos, queremos y deseamos. ¿Y nosotros? ¿Somos capaces de exigirnos y de controlarnos a nosotros mismos?

La gran fuerza que tenemos y poseemos es la del autocontrol, porque nos mantendrá firmes en lo que queremos y deseamos.