1/9/11

El árbol que no deja ver el bosque



Vivimos muchas veces con prejuicios. Lo peor de todo es que muchas veces nos dejamos, incluso, llevar por una primera imagen. De hecho de que una imagen vale más que mil palabras. También hemos oído decir, y posiblemente experimentado, que hay personas que se nos han metido entre ceja y ceja, situaciones que se nos atragantan y generalizaciones que nos hacen tomar decisiones erróneas, actitudes equivocadas y que a la larga nos hacen sentir que la vida no nos da lo que nos merecemos.

Hay una realidad, y ésta es que somos seres limitados. Todos cojeamos de algún pie. Pero lo importante es que el pie no se meta delante de nuestros ojos de tal manera que nos impida ver la realidad, y que la espina no se nos quede a mitad de camino en la garganta de manera que estropee lo que estamos degustando.

Una de las cosas que decía Tony de Mello es que debemos separarnos afectiva y emocionalmente de las situaciones e incluso de las personas. Las emociones juegan un papel muy importante hasta el punto de que no nos dejan tomar decisiones de forma libre. ¿Cómo hacerlo?
  • Imagínate que estás en un balcón viendo lo que sucede en tu vida, ahí abajo. Tu, simplemente, eres una tercera persona que no tiene ni arte ni parte. Eres un mero observador que simplemente contempla todo lo que pasa en las personas que está viendo. Ve las actitudes, tanto las de un lado como las de otro. ¿Qué consigues con ello? Separarte emocionalmente, ser un poco más independiente y objetivo, ver a la otra parte, sus razones y aspectos positivos que pueden aportar algo a mi vida y a la situación que estoy viviendo.
  • Intenta ahora alejarte un poco más del problema e intenta englobarlo dentro de un contexto mucho mayor. ¿Qué lleva a las personas a llegar a estas situaciones? No te quedes con una sola respuesta. Intenta dar cuantas más mejor. Échale un poco de imaginación. Cuántas más respuestas, más amplitud y más luz puedes poner en la situación. Todos tenemos mil y un motivos, conscientes o no, que nos impulsan a actuar de una manera determinada en situaciones concretas, desde un mal entendido, a un dolor de muelas o a una situación económica.
  • A medida que te alejas desde el balcón de la situación hay una pregunta que puede poner mucha más luz a lo que estamos viviendo: ¿Qué dice de mí y de la otra persona, o personas, la situación que estoy viendo? ¿En que me ayudar a conocerme y a conocer? ¿En que puedo crecer? ¿Qué carencias muestra de mi?
Hay algo muy claro, salirme de la situación desde un punto de vista emocional me da un mayor control sobre la situación en sí misma, me da una mayor capacidad de respuesta, me permite conocerme mucho mejor a mi mismo y se torna una experiencia enriquecedora.

Siempre me ha llamado la atención un pasaje del Evangelio que nos ayuda a buscar diferentes perspectivas. Zaqueo era bajito, no podía ver a Jesús. ¿Qué hizo? Cambiar de perspectiva, subirse a ur árbol. La vida es tan sencilla como abrirse a nuevas perspectivas. ¿Y al paralítico que no podían llevar hasta Jesús porque la casa estaba abarrotada de gente y la entrada estaba taponada? No se le ocurrieron otra cosa, más complicada que nada, que subirlo en la camilla hasta el techo y desde ahí bajarlo hasta donde estaba Jesús. ¿No será que el árbol nos impide ver el bosque, las emociones la realidad y los sentimientos la objetividad?

Alejarnos, aunque nos llamen fríos o calculadores, siempre será una actitud más imparcial, objetiva y libre. Y las mejores decisiones sobre nuestra vida son las que tomamos libremente, alejados de odios y venganzas, de forma objetiva y constructiva.