Quien no acaba de saber claramente
lo que quiere en y para su vida
no es posible que elija con acierto.
Luis Cencillo
Tomar decisiones no es buscar las ventajas que podamos obtener en un momento determinado, es saber dirigirnos hacia lo que realmente queremos en y para nuestra vida. Saber renunciar al éxito momentáneo para mantenerse fiel a lo que se quiere conseguir a largo plazo es una cualidad que no siempre suele tenerse. Vivimos en un momento en que somos tremendamente prácticos y buscamos vivir el momento, renunciando a lo que a la larga puede ser mucho más gratificante y constructivo para nuestra vida. De ahí puede venir el refrán de "pan para hoy y hambre para mañana.
Curiosamente le preguntas a muchas personas como esperan que sea su vida dentro de unos cinco años, lo que quieren alcanzar de aquí a allá y sorprendentemente no hay grandes planes ni objetivos. Nos dejamos llevar por la vida, por las circunstancias, por los acontecimientos en vez de ser nosotros los que marquemos el paso, la pauta y, sobre todo, la dirección y objetivos a los que nos gustaría llegar.
Una buena toma de decisiones es la que tiene siempre presente el objetivo final que se quiere alcanzar. Cuando entramos en un mar de dudas, ¿tenemos siempre presentes el objetivo final o más bien la repercusión inmediata que puede acarrearnos la decisión a tomar? Junto con el objetivo y meta final están los elementos que la componen: aquello que nos motiva, los valores sobre los que construimos nuestra vida y el sentido que le damos a todo.
Cuando tenemos claro a donde vamos, las decisiones son más fáciles de tomar.