Me llama la atención como muchas veces tenemos una serie de valores que son importantes para nosotros y que, por culpa de nuestra forma de transmitirlos, se vuelven en contra nuestros o hacemos que otros no los entienda, aprecien o puedan llegar a asumirlos como sería nuestro deseo. ¿Qué hace que no los transmitamos como nosotros deseamos?
Einstein decía que si un valor o idea no somos capaces de transmitírsela a un anciano o a un niño es porque posiblemente ni nosotros mismos lo tenemos claro. Y si lo que queremos transmitir no lo tenemos claro difícilmente podremos compartirlo. Prueba de ello son las preguntas que muchas veces nos hacen los niños y que nos ponen en aprietos.
Hay otras situaciones en las que al tener asumidos los valores creemos que los demás los asumen de igual manera que nosotros. Creemos que los van a asumir sin más. Nosotros hemos seguido un proceso y creemos que los demás tienen que asumirlo simple y llanamente como nosotros lo asumimos ahora. Hace falta ponerse en el lugar de los demás y respetar sus procesos.
Otra de las cosas que observo es el quere imponer aquellos valores en los que creemos. Rápidamente creamos rechazo hacia ellos. No hay peor cosa que imponer algo para que no veamos su valor. Tal vez lo que si podamos conseguir es que lleguen a aborrecerlo.
Los valores solo tienen sentido cuando los comprendemos y los vivimos desde la libertad.