La empatía tiene dos aspectos muy importantes: una es la de comprender la situación de otra persona y otra es la de ayudarla a hacer un camino de superación personal.
Cuando empatizamos nos ponemos en la situación de la otra persona, intentamos sentir sus propios sentimientos, entrar en su propia experiencia. ¿Qué conseguimos? Ponernos en su lugar, comprenderla y, sobretodo, hacer que sienta que cuenta con alguien a su lado. Es este aspecto el que tenemos que potenciar más. Nuestra función no es llorar, simplemente, con el que llora, sino el hacer posible que ese llanto sea una experiencia liberadora.
La empatía nos proporciona la llave que nos abre la puerta de la confianza de la otra persona. Y esa llave nos da la posibilidad de ayudar a hacer una transición desde una experiencia, situación o estado de ánimo a otro. Cuando alguien te siente cerca, te da el poder de que le guíes y de dejarse guiar.