La flexibilidad es una característica que aporta un valor añadido a nuestras vidas, pero al mismo tiempo puede ser el detonante de una dependencia que puede llegar a arruinar nuestras vidas puesto que nos colocará fácilmente a voluntad de los demás. El equilibrio estará pues en saber elegir cuando ser flexibles y cuando no.
La flexibilidad puede ser un sinónimo de adaptación. ¿Cuando tenemos que adaptarnos? ¿Que nos lleva a adaptarnos a una situación?
Hay dos tipos de situaciones en las que generalmente nos adaptamos, una de ellas es cuando queremos agradar y convencer a los demás de lo que somos y de lo que valemos, y la otra cuando no tenemos alternativas y no nos queda remedio que tomar el único o los únicos caminos que se nos ponen delante nuestras.
Cuando nos adaptamos a los demás para caerles bien, para que nos acepten o nos tengan en cuenta, ¿qué estamos haciendo? Simplemente negando nuestra propia valía, lo cual revela una baja autoestíma. En vez de vender lo que somos, aquello en lo que creemos y aquello que da sentido a nuestra vida, lo único que hacemos es dejar de confiar en nosotros para hacerlo en aquello que otros nos presentan bajo el pretexto de la aceptación que vamos a tener o que vamos a sentir. Es la aceptación de los demás la que hace que nos aceptemos, pero no tal y como somos, sino como creemos que agradaremos a los demás. ¿Resultado? Vacío interior, frustración y desaliento con pérdida del sentido de lo que somos, de lo que queremos y del porqué vivimos.
Cuando estamos, por el contrario, en una encrucijada en la que nos toca vivir una situación, por ejemplo después de un fallecimiento, de un despido laboral, de la no aceptación de un proyecto o idea o de mil y una situaciones de la vida en las que no nos es posible elegir, nos adaptamos o morimos en el intento. Es una adaptación no para renunciar a lo que somos, sino para seguir caminando y consiguiendo aquello que buscamos en la vida. Es una especie de "stanby" o "pausa" en la que escogemos lo mejor que está a nuestro alcance para seguir creciendo en nuestra vida personal, familiar, laborar o económica.
La flexibilidad es buena, a mi modo de ver, sólo cuando te permite seguir siendo libre y no dependiente de los demás. Cuando flexibilizamos simplemente porque tenemos miedo de mostrarnos como somos lo que estamos haciendo es huyendo de nosotros mismos, lo cual no nos permitirá ni ser, ni vivir con toda nuestra potencialidad. Siempre tenemos que elegir aquello que nos permita ser personas y ser nosotros mismos.