Un ex-convicto de un campo de concentración nazi
fue a visitar a un amigo que había compartido con él
tan penosa experiencia.
”¿Has olvidado ya a los nazis?”
le pregunto a su amigo.
“Si”, dijo este.
”Pues yo no. Aún sigo odiándolos con toda mi alma.”
Su amigo le dijo apaciblemente::
”Entonces,
aún siguen teniéndote prisionero.”
Tony de Mello
La encrucijada de nuestros sentimientos hace que seamos esclavos de muchas de muestras situaciones vividas. ¿Quien es más esclavo el que perdona o el que odia, el que vive con resentimientos o el que es capaz dejar a un lado los resentimientos?
Siempre he creído que el que más se beneficia del perdón es el que perdona. Cargar con los resentimientos en la vida impide vivir la vida a tope y libremente.
No conozco a nadie que sea feliz siendo incapaz de perdonar a otros. ¿A quién le damos el poder sobre nuestra vida, a quien nos ha ofendido o a nosotros mismos?
Cuando permitimos que los demás manejen nuestros sentimientos, sobre todo los negativos, le estamos dando el poder y el control de nuestras vidas aún a pesar de que creamos que les estamos castigando cuando en realidad nos estamos castigando a nosotros mismos y estamos optando por una vida de resentimiento que nos impide ser feliz.
¿Qué es la libertad? No es otra cosa que ser fieles a nosotros mismos y a nuestra vocación de ser fieles a nuestros objetivos en la vida sin dejarnos condicionar por las circunstancias.