13/1/14

Generando estados de ánimo.



Es curioso que en un mundo donde la situación socio política deja mucho que desear nos dejemos contagiar por los malos ejemplos que vemos y que incluso seamos transmisores de esas malas noticias o situaciones pesimistas que vivimos. Hoy y más que nunca necesitamos de personas que estimules a los demás a la hora de adaptarse a las circunstancias y sacar provecho de ellas. No es otra cosa que crecer desde aquello que se nos viene en contra. Claros ejemplos son los jugadores de fútbol que tras un cambio de entrenador experimentan una nueva visión de su misión en el campo y se llenan de alegría y se contagian unos a otros.

En el caso de Rafa Nada, este gran jugador de tenis que con su corta edad ya tiene 13 slams ganados a sus espaldas, ha tenido que enfrentarse a una grave lesión de rodilla que lo apartó de el ser el número uno del mundo a ser el número cuatro. Una persona, que el mismo así se define. insegura y llena de dudas, pero humilde para ser obediente, aceptar los consejos de su entrenador y afrontar la dificultad como un reto en la vida. En vez de venirse abajo sigue luchando y, actualmente, sigue siendo el número uno del mundo.

En la vida normal y diaria nos enfrentamos a muchos retos y en muchas ocasiones nos comportamos con nosotros mismos y con los demás como pájaros de mal agüero que como personas que llevan energía, fortaleza y una visión optimista de la vida a los demás. A ves mal entendemos la empatía y la consideramos como el arte de saber hundir más a los demás o de hundirnos nosotros con ellos. Sentir que somos generadores de vida y de energía tendría que ser parte de nuestra misión, porque creo profundamente que ser imágenes de Dios no es otra cosas que ser transmisores de vida y energía hacia la misma vida y hacia los demás.

Hoy encontraba una frase en el Facebook que comparto aquí y con la que me identifico bastante. Sacar provecho de los malos momentos, saber generar vida y energía en los demás es algo que me define como persona que y que intento hacer sentir a los demás:



Recrearnos en la propia desdicha lo único que hace es permitir que seamos menos efectivos, menos resolutivos y menos felices en la vida. Si, por el contrario, hacemos de las dificultades eslabones para ir fortaleciendo nuestro carácter, nuestro sentido de adaptación en la vida y crecer desde ahí hacia lo que nos prponemos mejor nos iría. Ahí está nuestra misión, animarnos y animar a los demás.