Me encontré este pequeño cuento por internet que me resulta interesante compartir:
Los seres humanos son como aquellas piedras que van en una corriente tratando de llegar al océano grande. Comienzan su andar desde el punto en que se inicia la corriente...
Cuando empiezan son toscas, tienen picos, son deformes y nadie les encuentra belleza alguna. Sin embargo, al ir en la corriente, el movimiento y la fricción las va limando, las va puliendo, hasta que finalmente llegan a donde la corriente es tranquila y suave...
Entonces las piedras toscas ya se pulieron, están redonditas y brillantes y todos las quieren coleccionar, sin embargo aun no están acabadas, siguen siendo piedras y algún día mostraran toda la belleza que guardan.
Así es el hombre... en la corriente de la vida, se encuentra con seres humanos que con sus picos, con sus defectos, aparentemente lastimará al que va al lado de él en la corriente...
Por el contrario, ese aparente roce doloroso sólo es una manera de pulir aquel pico que sobresale, y el rozamiento sólo es el medio para que, cuando lleguemos donde la corriente es suave, mostremos la belleza que guardamos.
Sin embargo, aún seguimos siendo seres humanos y algún día mostraremos la verdadera belleza que cada uno lleva.
La verdad sea dicha, la vida es constante evolución y progreso. El crecimiento personal es a base de tener que superar las diferentes situaciones que nos encontramos en la vida. Salimos llorando del vientre materno y a partir de ahí todo es un tener que vivir la realidad con sus pros y sus contras.
Vemos muchas veces como el niño llora, patalea y se queja para conseguir las cosas. Vemos, y a veces de manera preocupada, como el silencio de los niños nos preocupa. ¿"Estarán tramando algo?", nos decimos. Un silencio que muchas veces puede ser creativo en el que el niño investiga, imagina y crea.
Rápidamente nos encontramos los "no" de la vida: No hagas esto, n toques aquello, no hables de esta manera, etc. Son nuestros primeros obstáculos y nuestros primeros desafíos ya que todos sabemos como solemos actuar ante lo que nos es prohibido, en muchas ocasiones con cierta curiosidad que nos invita a probar.
El momento de los grandes roces en la vida es cuando ya tenemos relaciones más profundas y cercanas en nuestra vida personal, social o laboral. La cercanía se conjuga con las metas que tenemos y con las expectativas. Cuando éstas no casan a la perfección con las personas que nos rodean y participan de nuestra vida comienzan a surgir los conflictos. La habilidades para tratarlos y permitir que todos puedan crecer se torna vital.
En estos momentos la escucha, el dialogo, el respeto, la adaptación, el sentimiento de pertenencia a un grupo, la propia identidad como persona y otros valores forman parte de las actitudes que hay que adoptar para que todos ganen. Somos sociales y, por naturaleza, tenemos que convivir, aportar a los demás y relacionarnos de forma positiva.
Hay momentos en los que parece que se gana, y momentos en los que parece que hay que perder. Son esos momentos del cuento en los que vas rodando, chocando, limando, dando forma a la piedra, etc. No dejan de ser momentos duros y dolorosos, como los del parto o los del proceso del embarazo, pero son los momentos en los que nuestra vida va tomando forma y moldeándose de una manera mucho más fina y de calidad.
Al final muchas de las piedras bonitas que acaban a las orillas de un rio, en la playa o en un pedregal al lado del mar son las más pequeñas, las que son diferentes, las que muestran figuras que llaman la atención por sus formas. Y hasta ahí todo ha sido un proceso, a veces entendido y a veces no, pero que a fuerzas de golpes, pequeños o grandes, nos han llevado hasta lo que somos hoy y que nos llevarán hasta lo que mañana lograremos ser.
Podemos conformarnos con ser la piedra fuerte, inamovible. Tal vez tenga su encanto, porque lo tiene, pero que no deja de ser la misma a lo largo del tiempo, aunque también sufra sus cambios a través de la erosión del viento, de las gotas constantes de lluvia, de relámpagos que pueden caer sobre ellas, de corrimientos de tierras. Vamos, que difícilmente la naturaleza se puede evitar los cambio para poder mostrar toda su belleza aunque ello conlleve momentos duros.
Si estos momentos los vemos como parte de un crecimiento mucho más sentido tendrá y nos dará una visión más clara de donde estamos y hacia donde vamos.