Dicen que nos es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita. Así decía un anuncio de una de las primeras empresas a nivel mundial de cosas del hogar. Por otra parte me viene a mi mente la frase de Jesucristo de lo difícil que es para los ricos el poder entrar en el Reino de los Cielos. Y no creo que el Reino de los Cielos sea precisamente lo que nos puede esperar más allá de esta vida. Creo que tiene que ver y mucho con lo que día a día vamos viviendo y vamos cosechando en nuestra vida.
Erich Fromm tiene un libro que se titula "Ser o Tener". Y creo que la esencia de todo en la vida no es precisamente el tener, sino el ser persona. Cuando tenemos, y no digo que sea malo el tener, por lo general somos víctimas de lo que poseemos y llegamos a convertirnos en esclavos de ello. Llegamos a perder la alegría cuando puede llegar a faltarnos.
Pero el tener no creo que sea solamente una posesión de cosas. Hay mucha riqueza por ahí suelta que nos esclaviza y que tal vez nos quite más alegría que las propias cosas. Me refiero a la riqueza mental o espiritual. ¿Cuántas veces somos víctimas de nuestro propio orgullo, de nuestra falta de humildad, de nuestros rencores, y de tantas cosas que rondan por nuestra mente y condicionan nuestra vida?
Humildad es la clave de todo. La humildad de saber vivir con lo que tienes, la capacidad de aceptar las propias limitaciones, la libertad de desprenderte de todo aquello que te impide ser tu mismo. No es que todo deje de tener importancia, pero es que todo es menos importante que uno mismo.