1/5/15

La esencia de lo que hacemos.




Un zapatero remendón acudió al rabino Isaac de Ger y le dijo: “No sé qué hacer con mi oración de la mañana. Mis clientes son personas pobres que no tienen más que un par de zapatos. Yo se los recojo a última hora del día y me paso la noche trabajando; al amanecer, aún me queda trabajo por hacer si quiero que todos ellos los tengan listos para ir a trabajar. Y mi pregunta es: ¿Qué debo hacer con mi oración de la mañana?”. 
“¿Qué has venido haciendo hasta ahora?”, preguntó el rabino. 
“Unas veces hago la oración a todo correr y vuelvo enseguida a mi trabajo; pero eso me hace sentirme mal. Otras veces dejo que se me pase la hora de la oración, y también entonces tengo la sensación de haber faltado; y de vez en cuando, al levantar el martillo para golpear un zapato, casi puedo escuchar cómo mi corazón suspira: "¡Qué desgraciado soy, pues no soy capaz de hacer mi oración de la mañana...!". 
Le respondió el rabino: “Si yo fuera Dios, apreciaría más ese suspiro que la oración”. 
(Tony de Mello)
Infravaloramos lo que hacemos. Cada detalle de nuestra vida, hecho con amor y pasión, y sobre todo en favor de los demás son pequeños detalles que hablan de nosotros mismos más que todo aquello que hacemos de forma mecánica y ritual. Ya Jesús le decía a la Samaritana en el Pozo de Siquem que llegaría el día en el que le adorarían en espíritu y verdad. Y es que lo importante de la vida es la esencia de lo que hacemos, el espíritu con el que lo hacemos y el sentido que le damos a cada una de las cosas que realizamos en la vida.

Junto con ello va algo que incide de forma clara en nuestro estado de ánimo y en nuestra felicidad. Podemos hacer todo a pies juntillas y sentirnos totalmente infelices o no realizados tanto a nivel espiritual como a nivel personal o laboral. ¿Cuántas veces vemos a personas quejarse de no sentirse gratificadas por el amor que dan? El suspiro del que martillea un zapato para compensar a alguien que no tiene nada no es un martillazo de queja sino de cansancio, pero lleno de actitud de servicio y del amor.

Lo que da sentido a las cosas es lo que podemos hacer a través de ellas, lo que podemos logran con ellas en nosotros mismos y a quienes podemos ayudar a través de ellas. El servicio, por no decir EL AMOR, es la esencia y el sentido de la vida. Damos a los demás, y el dar a los demás nos hace crecer y sentirnos bien con nosotros mismos. Y cuando lo que damos llega y satisface al otro, el cansancio, el dolor y los malos momentos quedan a un lado, como los dolores del parto una vez que tienes al bebe en tus manos.

La vida es una oración. La actitud es el camino.