27/7/11

Más allá de lo que mostramos.



Las personas somos un mundo bastante complejo. Las hostilidades y los resentimientos marcan muchas veces una pauta y un ritmo de vida que no nos llena. Resentimientos, rencillas, malos entendidos y otras muchas cosas más condicionan nuestras vidas personales y también las laborales. ¿Cómo llevar un equilibrio?

Detrás de cada personas hay una realidad, una realidad que muchas veces ni tan siquiera nos imaginamos. Muchas veces somos objeto de miradas, palabras o de actitudes que nos hieren, unas veces de forma consciente y otras de forma inconsciente. Pero, ¿qué dicen nuestras actitudes de nosotros mismos? ¿qué dicen las actitudes de los demás de ellos mismos? ¿Qué hay detrás de cada uno de nuestros comportamientos?

Aparte de las razones que muchas veces nos llevan hasta la infancia, hay otras razones que muchas veces podemos obviar y condicionan nuestras actitudes. Hay quien se siente condicionado por una enfermedad, por una inseguridad personal, por un problema familiar, por un sentimiento de falta de autorealización, o por muchas cosas más que cargamos a diario, que sentimos que las llevamos bien porque nos sentimos fuertes, o porque no somos conscientes de la mella que hacen en nosotros.

Detrás de cada uno de nosotros hay una actitud, que es la que mostramos hacia fuera, y que nos puede dejar bien o mal parados, y otra que es la que provoca, consciente o inconscientemente, lo que hacemos o dejamos de hacer. Es la parte más sensible y al mismo tiempo la más oscura de nosotros, es aquella que revela nuestra fragilidad y al mismo nuestra grandeza. Es por ello que no podemos quedarnos en las apariencias, sino adentrarnos en el mundo de las personas, de los individuos y valorar aquello que realmente llevamos dentro y forma parte de nuestra identidad y al mismo tiempo de nuestra fragilidad.