A veces eres
como una losa que arrastro,
aunque en verdad creo
que eres una oportunidad más
que me da la vida.
¿Cuántas veces habremos recibido un "NO"en la vida? Creo que son muchas las veces que todos nosotros hemos tenido un no como respuesta: de los padres, de los hijos, de los hermanos, de la pareja, de los amigos, de los clientes.... Ufffffff, y de cuánta gente más.....
El "NO" es un compañero más en el camino. Pero lo más importante del "NO" es la reacción que nosotros tenemos después de recibirlo, la actitud que tomamos y el sabor de boca que nos deja en cuanto a la imágen que tenemos de nosotros mísmos. En la manera en que recibimos y reaccionamos ante el "NO" está en juego no lo que pretendemos en sí, sino más bien buena parte de nuestra capacidad de reacción, de nuestra autoestíma y de lo que nosotros creemos de nosotros mismos. Un "NO" puede ser una losa o, por el contrario, puede ser un acicate que nos ayuda a emprender una vez más, pero ésta vez de forma diferente.
Ante todo un "NO" debe ser una invitación al OPTIMISMO ya que una puerta cerrada es una invitación a desarrollar nuestro ingenio, nuestra creatividad, nuestra capacidad de pensar. Ante una negativa tengo una nueva meta o un nuevo reto de intentar llegar al mismo sitio de una nueva manera. Creatividad pura y dura. ¿No es ésta una manera formidable de ir desarrollando todas nuestras capacidades que tal vez estén aletargadas en el trastero de nuestras vidas?
El fracaso no tengo porqué relacionarlo como fruto de mi mismo: Puede ser fruto, es cierto, de mi inmadurez, de mi responsabilidad o de mi falta de recursos en un momento dado, pero tembién puede ser fruto de aspectos externos a mi persona. Sea por una causa u otra hay un común denominador y es que hay cosas en mí que puedo cambiar, así como hay aspectos externos que también puedo modificar o influir sobre ellos. El optimismo, pues, es un sentimiento y una actitud que bien podemos tener ante situaciones adversas y que alimenta una actitud constructiva y sobre todo de perseverancia tanto en la resolución de conflictos como en la consecución de objetivos.
La perseverancia es, precisamente, la actitud que nos mantiene en carrera aún cuando el viento sople de frente, es la actitud que nos permite controlar nuestras vidas, nuestros sentimientos y la que permite que llevemos el timón de nuestro hogar cuando las olas arremeten contra nuestro barco, o mantener a flote las esperanzas del entorno cuando ya se agacha la cabeza y se pierde la esperanza.
El optimismo..., puedo nacer con él o puedo alimentarlo. Y lo puedo alimentar con cantidad de experiencias positivas que he tenido en la vida, saboreandolas una y otra vez cuando la ocasión así me lo requiera. Puedo alimentarlo valorando la cantidad de habilidades que puedo tener, usar y utlizar en la vida diaria para desarrollar parte de mi tareas cotidianas. El optimismo puedo fomentarlo pensando y fomentando nueva ideas, experiencias o perspectivas. No sólo enriquecerán mi vida, sino que me darán una mayor experiencia y una mayor perspectiva de la vida, de la verdad y de las cosas.
Piensa ahora en las veces en las que la vida te ha dicho no, pero piensa en una, tres o cinco formas diferentes en las que te puede decir que si. O piensa en las veces que el "NO" te ha traido algo nuevo y positivo a corto, medio o largo plazo. Es algo como parecido al refrán de que no hay mal que por bien no venga. No se si conoces éste reato que circula por internet:
“Había una vez un granjero que tenía un caballo precioso. Un buen día el caballo se le escapó y los vecinos del pueblo vinieron a consolarlo por la mala suerte que había tenido, pero el hombre les dijo: ¿mala suerte o buena suerte? ¡Quién sabe!
Unos días después el caballo regresó con dos potros sanos y fuertes, y los vecinos del pueblo acudieron corriendo a felicitarle por la buena suerte que había tenido. Como la vez anterior el granjero les dijo: ¿mala suerte o buena suerte? ¡Quién sabe!
Al cabo de un tiempo, el hijo del granjero, intentando montar a uno de los nuevos potros se cayó y se rompió una pierna. Cuando los vecinos se enteraron fueron a verlo para animarle por la mala suerte que había tenido su hijo. Una vez más el granjero les dijo: ¿mala suerte o buena suerte? ¡Quién sabe!
Se cuenta que empezó la guerra al poco tiempo y vinieron a reclutar a todos los jóvenes del pueblo pero no se llevaron al hijo del granjero porque el chico no estaba en condiciones de combatir. Una vez más los vecinos del pueblo fueron a felicitar al hombre por la gran suerte que había tenido.”
Una canción de Perales: Gente Maravillosa