Hablaba esta mañana con una maestra de educación primaria sobre un conflicto que se originaba a la hora del recreo con algunos de sus alumnos y que intentó atajar sin resultado hace unos días. La actitud problemática es el tipo de juego que pueden llevar o generar en un momento determinado algo de agresividad o de violencia en los niños. Me quedé pensando un poco en lo hablado y hace unos meses presentaba, precisamente, a una asociación de padres de alumnos una idea que me parece importante a la hora de generar respuestas positivas no solo en los niños sino también en adultos.
Vivimos en una dinámica del "no", es decir, "no" hagas esto, "no" digas aquello, "no" te comportes así, "no" mientas, "no" robes, etc. El "NO" lo que hace es que fijemos nuestra mente en el fruto prohibido. Como ya he dicho en alguna ocasión basta que nos digan que no pensemos en algo en un momento determinado para que instintivamente lo hagamos. Párate un momento y fíjate: "No pienses en tu dedo pulgar derecho...." Seguro que te ha venido a la mente el dedo, ¿verdad? ¿Qué hacer pues?
Creo que sería interesante en dejar claro lo que si quiero conseguir. Por ejemplo: "Jugar y conseguir divertirse de forma tranquila". Los objetivos siempre en positivo: Jugar, divertirse, tranquilamente. A partir de ahí solo tenemos que construir el camino.
Propuesta por ejemplo a los niños, como segundo paso: ¿Cómo y qué podemos jugar para divertirnos de forma tranquila y divertida? Cuando digo de proponerlo a los niños lo que intento decir es que sean ellos los sujetos, los que tengan ya en su mente la orientación positiva, que sean creativos y que busquen dentro de ellos los juegos y la formas adecuadas de divertirse de forma tranquila. Por lo general nos gusta dar pautas, mostrar los caminos y señalar las reglas del juego. No es malo, lo que sucede es que dejamos en fuera de juego la iniciativa de los niños, su creatividad y con ello su posible compromiso. Si ellos son forjadores de sus propias decisiones, serán más consecuentes con ellas.
Recuerdo que cuando vivía en Chicago, John Grace, párroco de St. Ludmilla estaba agobiado porque la pandilla que controlaba la zona de su iglesia entraba continuamente a robar en el colegio de la parroquia. Un día decidió hablar con ellos sin acusarlos de lo que él creía que estaban haciendo. Simplemente les dijo que estaba preocupado por los continuos robos que había en la escuela y quería saber, según ello, que podría hacer para que no hubiera más robos. Recuerdo que les dijo que confiaba en su calidad de vigilantes del barrio. Ellos le dijeron: No se preocupe, padre, nosotros nos encargamos de ello. Vamos a vigilar." No volvieron a robar en el colegio.
Un tercer paso es tener preparado en la mente un momento de dificultad en el que la actitud problemática puede aparecer y saber como reaccionar antes de que el enfado o los malos rollos hagan acto de presencia. Con este paso generas actitudes positivas como respuesta al inicio de una emoción o de un sentimiento que te puede molestar de tal manera que la respuesta la eliges tu de antemano, antes de que la elijan tus sentimientos o emociones.
Todo ello me lleva a algo que le proponía a la Asociación de Padres hace unos meses: ¿Qué pasaría si antes de comenzar la primera clase cada profesor le pide a cada alumno que "escriba" tres aspectos u objetivos que le gustaría alcanzar en ese día? ¿Te imaginas que cada día los niños aprendieran a caminar con objetivos a alcanzar, bien sea en el ámbito docente, como en el de las emociones, como en el de sus relaciones con los demás?
Tres objetivos al día, solo tres, o tan solo uno, pero tener cada día una meta con todas sus estrategias.