¿Has sentido miedo alguna vez? ¡Quién no!
¿Que reacciones has tenido ante el miedo? Una veces nos paraliza, otras hace que actuemos precipitadamente y en otras ocasiones llegamos a controlar la situación. Pero lo importante es que el miedo es una emoción natural dentro de nosotros que actúa como instinto de supervivencia. El miedo está ahí para protegernos.
Lo peor radica cuando nos hacemos víctimas del miedo, cuando el miedo es el eje de nuestras decisiones y el reflejo de las decisiones que tomamos en nuestras vidas. Ahí es cuando nuestra vida se tambalea y cuando la parálisis nos impide actuar de forma libre y consciente. Son momentos en los que actuamos sin libertad y vivimos a merced de nuestras emociones.
Otras veces actuamos precipitadamente. San Ignacio de Loyola decía que no había que tomar decisiones en tiempos de tempestad. Recuerdo situaciones aparecidas en prensa como la de una persona que creyendo que había entrado un ladrón a su casa le disparó creyendo que iba a hacerle daño. Al final no era un ladrón, era un hijo que llegaba de improviso. El resultado: muerte. Es triste, pero es la realidad de la vida cuando vivimos a merced de nuestras emociones.
Recuerdo hace muchos años a un compañero que llegaba en moto a casa, al seminario. Dejó la moto en el garaje y de repente le sorprendió un ladrón con un hacha en la mano. Le miró fijamente a los ojos y le dijo: "dame el hacha".
El ladrón con un ademán amenazador levantó el hacha y le dijo: "Si te mueves te mato".
Mi compañero siguió mirándole a los ojos y le dijo: "Dame el hacha".
El ladrón comenzó a ponerse nervioso y mi compañero siguió mirándole firme y friamente. Levantó aún más el hacha y dio un paso hacia mi compañero, que ni corto ni perezoso le tendió la mano y le dijo: "Anda, dame la mano. No te voy a hacer nada".
El ladrón entregó el hacha y se fue.
Se que no es fácil. Los miedos nos invaden y cuando le damos a ellos más fuerza que a la propia seguridad acabamos por hundirnos tal y como le pasó a Pedro cuando salió al encuentro de Jesús caminando sobre las aguas, es decir caminando en medio de las dificultades.
Miedo igual a inseguridad. Dependiendo de nuestra propia confianza enfrentaremos el miedo o no. Lo peor de todo es que estadísticamente más del 80% de los miedos que tenemos no llegan nunca a suceder. Sufrimos anticipadamente por cosas que nunca sucederán y lo curioso es que mientras el miedo actúa en nosotros nuestras capacidades y habilidades se paralizan impidiéndonos vivir feliz y libremente.
Cuestión de vencer los miedos simplemente confiando más en nosotros mismos y en la vida.