15/12/14

Enseñanza, ¿para qué?


Nuestras vidas transcurren muchos años dentro de lo que es la enseñanza obligatoria y otros muchos más para lo que es la enseñanza opcional pero, ¿para qué acudimos a la enseñanza? ¿qué sacamos después de tantos años estudiando? Muchas veces vemos como el fracaso escolar deja tirados en la calle a muchos jóvenes o niños. Otras veces acabamos nuestros estudios, salimos al mundo empresarial y nos vemos en la mayor de las soledades. ¿Nos ayuda a crecer y a valer por nosotros mismos o más bien a depender de que otros nos contraten y trabajemos para ellos?

La escuela en muchas ocasiones nos aburre, no tiene en cuenta lo que nosotros somos y lo que podemos llegar a desarrollar. Muchas veces tenemos que aprender cosas que jamás utilizaremos y en cambio no nos educan en lo que generalmente tenemos que utilizar casi a diario. ¿Nos enseñan a relacionarnos? ¿Y a manejar bien las finanzas? ¿Y a cuidar nuestra salud nutritiva de una forma equilibrada?

Tal vez nos encontramos con personas que podemos ser más habladoras o críticas que otras, ¿educar significa que entren en el redil de los callados o más bien que lo que nosotros consideramos fallos puedan ser elementos a tener en cuenta dentro de la personalidad del niño y educarlo para conseguir aquello que puede ayudarlo a madurar como persona y a conseguir lo que busca aunque sea diferente a lo que el sistema quiere?

La educación la concebimos como un sistema en el que damos los conceptos que nosotros queremos, sean necesarios o no para la madurez de la persona o no, evaluamos lo aprendido aunque al cabo de unas semanas, meses o años se haya olvidado o no, y cumplimos con un expediente que tal vez nos satisfaga a nosotros pero que a la larga crean personas dependientes de otros y sin capacidad de emprender por si mismos una empresa y un trabajo del que pueda sentirse orgullos por si mismo y sin depender de que lo contraten o no.

El desarrollo personal, la libertad y la creatividad son partes fundamentales de la educación que tiene que hacer que la persona crezca en su propia identidad y no en lo que se espera de él.