Hay momentos en los que nos cuesta entender lo que sucede en nuestras vidas. Momentos en los que el dolor y la frustración se apoderan de nosotros y nos desconciertan de tal manera que todo parece no tener sentido o ir en nuestra contra. Son momentos en los que pensamos en arrojar la toalla y abandonar aquello que tanto deseábamos y por lo que tanto luchábamos.
Pero la vida no es fácil de entender si lo intentamos hacer desde un punto determinado, especialmente si es el presente y éste no se corresponde con lo que esperábamos y deseábamos. Dicen que el tiempo coloca todo en su lugar. Y desde la lejanía de los hechos, bien sea desde un punto de vista físico o del tiempo, las cosas se pueden ver de forma más clara.
¿Podemos entender los dolores del parto sin una referencia a lo que va a nacer en unos momentos? ¿Y las molestias del embarazo sin pensar en lo que va a suceder al cabo de unos meses? ¿O los esfuerzos a realizar en unos estudios sin tener en cuenta la meta a la que queremos llegar?
Hoy por hoy, y si echamos la vista atrás, podremos comprender cantidad de cosas que en su momento no hemos comprendido y como ellas han aportado una buena dosis de crecimiento a nuestras vidas. La mariposa pasa por sus diferentes fases: oruga, gusano y mariposa. Y para ello tiene que pasar por momentos de transformación, lucha y dolor. La vida, aunque parezca mentira, está llena de todos estos momentos que a veces nos cuestan comprender. Esa es la historia de la continua resurrección que tenemos que vivir cada día y que como los discípulos de Emaús nos cuesta reconocer y solamente lo haremos cuando mantengamos una actitud de amor y de partir el pan.