10/6/10

Llenar y rebosar para reaprender



Era una simple botella de agua, un litro de agua, la que había que lavar pues quería rellenarla y había estado llena de zumo natural de limón. Le puse algo de jabón, la agité y me dispuse a aclararla para quitar el jabón. Parecía que el jabón no se quería ir nunca. De repente la dejé debajo del chorro de agua que salía del grifo y la botella fue llenándose, la espuma fue subiendo y poco después de estar llena de agua la espuma comenzó a salir por si sola sin necesidad de tener, prácticamente, que agitarla. Algo tan sencillo como permitir que el agua limpia desalojara sin el más mínimo esfuerzo todo el jabón y espuma que había dentro.

Lo mismo nos puede suceder en la vida. Intentamos y nos esforzamos es sacar lo negativo que hay dentro de nosotros, todo aquello que no sobra o que no nos gusta. Emprendemos una batalla con esos elementos y nos damos cuenta al poco tiempo que seguimos con más de lo mismo. Nada peor que fijar la atención en aquello que queremos dejar a un lado. Si fijamos la atención seguirá en nuestra mente.

Todo lo contrario ocurre si nos centramos en llenar de algo nuevo, puro, cristalino, positivo o energético en nuestra vida. Llega el momento que lo nuevo, en lo que estamos centrados, acabará por llenar nuestras vidas, nuestras mentes, nuestros espacios de tal manera que, cuando nos demos cuenta, no habrá espacio para el jabón, para lo viejo, para aquello que nos frena en la vida. Simplemente hay que vaciar lo que hay dentro pero dejando llenar al mismo tiempo y dejando que lo nuevo vaya ocupando su lugar de forma natural. Llegará el momento en que lo viejo no estará dentro, porque nos hemos centrado en lo nuevo, en lo positivo.
Parece una tontería, ¿no?