Alguien se lamentaba hoy de que sentía solo ante el peligro, de que sentía o tenía el apoyo de los demás y de que le dejaban toda la responsabilidad de un trabajo a realizar en la empresa a la que pertenece. Al final parece que consiguió ayuda externa. Curiosamente anteayer escuchaba una frase en la radio que decía que "si necesitas una mano búscala al final de tu brazo". ¿Qué relación tiene unos sentimientos con ésta frase escuchada ayer?
Yo, al igual que tu, y al igual que el más común de los mortales nos encontramos o nos hemos encontrado en algunos momentos de la vida en situaciones como éstas. Viviéndolas y habiéndolas vivido, ¿qué sacamos de positivo de todo esto? ¿No ayudan? ¿Nos perjudican? ¿Qué descubrimos de nosotros mismos? ¿Qué hemos aprendido en situaciones como éstas?
En el caso de ésta persona en concreto parece que ha aprendido a abrirse a otros círculos donde se ha sentido apoyada, pero más allá de todo ello se me ocurre que:
- Solemos tener una gran dependencia de los demás. Nos da pánico, terror y escalofríos en introducirnos en un mundo que no conocemos y sobre todo en el que no hemos desarrollado las cualidades suficientes para sentirnos como peces en el agua.
- Nos sentimos inseguros, pobres, incapaces y con falta de recursos para afrontar los diferentes retos, bien sean laborales, afectivos, sociales o de cualquier otro tipo. La desilusión puede hacer mella en nosotros.
- Ante la incertidumbre lo que mejor solemos hacer es llorar, lamentarnos y permitir que nuestra autoestima se nos venga abajo, junto con todo tipo de nubarrones y nieblas que nos dificultan la visión del amplio y oscuro espectro frente a nosotros.
- Lo peor de todo es la parálisis en la que caemos muchas veces desbordados por nuestra posible incompetencia y falta de posibles habilidades. Desarrollamos un gran sentido de la inutilidad.
Lo curioso de todo esto es que estas situaciones conllevan un gran reto personal de auto-aprendizaje. No hay nada como negarle a uno la comida, y darle una caña para pescar; no hay nada como romperle a uno las muletas en las que se apoya, para que aprenda a caminar sin ellas. Párate por un momento y piensa: ¿Cómo hemos aprendido a caminar? A base de caídas, desafiando incluso las órdenes de nuestros padres de que no nos soltáramos de la mano.´Eran otras épocas, momentos en los que queríamos ser autónomos, independientes, en los que queríamos experimentar la vida y el mundo por nosotros mismos.
Hoy en día, y por el contrario, la oscuridad y la inseguridad nos mete en el cuerpo el miedo y la falta de imprudencia que teníamos de pequeños. Y recuerda que somos y estamos donde estamos por todas y cada uno de los intentos y caídas que hemos tenido y de las que nos hemos levantado.
Cada situación en la que experimentamos soledad o falta de apoyo es la gran oportunidad que nos da la vida para decir: YO VALGO, YO SOY CAPAZ, YO PUEDO. Tan sólo es cuestión de sentirse invitado y retado a ello. Tal vez esta canción te ayude un poco más a reflexionar sobre ello: