Estar abierto a todo aquello que nos pueda suceder puede ser una auténtica bendición. Si por el contrario nos obcecamos por algo, perdemos libertad y no somos capaces de ver lo que hay a nuestro alrededor. ¿Un ejemplo?
¿Cuántas veces has tenido en la punta de la lengua algo que querías decir y no te salía? ¿Cuántas han sido las ocasiones en las que has tratado de recordar algo importante y no te venía a la mente? Es más, ¿cuántas veces hemos batallado por el sueño y luchado contra el insomnio y hemos fracasado? La vida es así pero como dicen los creativos, cambia el chip, distráete, haz algo distinto y cuando menos te lo esperes, la palabra está en tu lengua, lo que querías recordar en tu mente y el sueño se ha apoderado de ti.
La ansiedad por querer conseguir algo puede ser nuestro peor enemigo. Tener el foco en algo y no apartar la vista o la vida de ello nos impide a encontrarnos con lo diferente, con lo casual, con lo nuevo, con lo enriquecedor.
Una mente libre es como la esponja, no deja escapar la oportunidad de que el agua, en este caso la vida, penetre en cada uno de nosotros y nos enriquezca. Es la gran oportunidad de estar abiertos a lo que viene o nos encontramos.