2/2/11

La eterna pregunta



Me considero una persona preguntona. Pregunto porque quiero saber. Las preguntas te alejan de las dudas y te acercan a una verdad mucho más amplia. Con ella no especulas, ni te imaginas, ni tan siquiera interpretas. con la pregunta adquieres conocimiento de las situaciones y de las personas.

Me gusta que me pregunten. Cuando me preguntan por algo que escribo o por algo que digo o comparto me siento bien, pues considero que alguien me escucha y se interesa por aquello que llevo dentro. Pero también puede suceder que muchas veces se pregunta de tal manera que uno siente que intentan llevarle al huerto, que quieren encerrarlo en un callejón sin salida. Son preguntas que no tienen el afán de conocer y apreciar lo que uno comparte sino de que se confirme lo que el oyente quiere confirmar. Puede llegar a sentirse uno manipulado por lo que otra persona quiere llegar a oír y a escuchar.

Una de las cosas que más aprecio es, precisamente, eso: la pregunta. Uno se siente escuchado, al mismo tiempo que siente que se valora lo que lleva dentro. Preguntar y respetar. Preguntar para apreciar. Preguntar para valorar. Eso me me lleva a preguntarme, valga la redundancia, si soy de los que pregunto o de los que se queda con la duda, si soy de los que me intereso preguntando y valorando o de aquellos que simplemente me imagino o interpreto. 

Preguntar es simplemente el símbolo del interés por el otro.