Hoy ha sido un día interesante. Por la mañana una buena y reconfortable sesión de Reiki. La verdad es que tenía mis dudas al respecto. Pero el estado de relajación que experimenté y la energía que se me transmitía me hizo sentir bien. Hay que estar abiertos a nuevas experiencias.
Por la tarde tuve ocasión de conocer a Mario, técnico en el sistema Bowen, que me hizo ver un par de técnicas que me dejaron asombrado. Una de ellas tan sencilla como alucinante: Me pidió que intentara tocar con mis dedos la punta de los pies. Tengo que reconocer que me quedé a medio camino. Me paré cuando sentí algo de tensión en mi cuerpo. Luego me pidió que sacara la lengua hacia fuera con fuerza, llegando a sentir algo de dolor en el frenillo. Lo hice durante unos 20 segundos. Seguidamente me pidió que volviera a intentar tocar con mis dedos la punta de los pies y esta vez vi sorprendido como me quedaba con mucha más facilidad a poca distancia de la punta de los pies sin notar esa tensión de antes.
Mario es uno de los pocos técnicos en esta disciplina en España y dentro de unas semanas se va a trabajar a Maimi. ¡Una pena! El Domingo me ofreció participar en un taller siendo yo conejillo de indias para sus estudiantes, cosa que agradecí y acepté. ¿Por qué? Pues porque creo que hay que estar abiertos a lo nuevo. Una mente que no se abre y experimenta, no aprende y no aporta nada nuevo a la vida.
Mi hija, que estaba conmigo, quiso hacer los ejercicios que me proponía. ¿Te acuerdas de ayer de lo que decía sobre los niños? Mentes abiertas a experimentar y aprender. Yo no quiero negarme a aprender y a experimentar algo nuevo en mi vida. Lo estoy haciendo y el Domingo toca más, y la semana que viene también: ¡¡¡Regresión!!! Experimentar lo que fue la vivencia en el vientre de mi madre. Es algo que creo que me maravillará.