Aunque somos conscientes del dicho de que nunca te acostarás sin saber una cosa más no estaría mal ser conscientes de ello cada día. Más que nada se me antoja decirlo porque la fuerza de la rutina nos lleva a dejar pasar por alto en nuestro día a día la cantidad de detalles que pueden hacer de la vida algo mucho más agradable.
Por otra parte el tomar conciencia de lo que uno es capaz de aprender cada día aumenta la sensibilidad de cada uno de nosotros hacia la misma vida y hacia lo que los demás pueden ofrecernos, simplemente por estar ahí, al estar a nuestro lado en la vida. Aprendemos de la vida de los demás y nos dejamos sorprender por lo que los demás realmente son y aportan a la vida.
Tan sólo un pequeño ejercicio. ¿Que y cuántas cosas y de quien he aprendido en la última semana de mi vida? Si el contacto con mis seres queridos, no me enriquece, posiblemente no estoy regando una hermosa planta con la que convivo. Si mis compañeros de trabajo no me enriquecen cada día, el trabajo tal vez se está convirtiendo en una carga y en algo posiblemente tedioso en el que no puedo expresar lo mejor que hay en mí.
¿Qué he aprendido hoy de la vida y de los demás? ¿Lo he sabido agradecer?