15/7/16

Nuestra actitud ante las circunstancias.




Un día una mujer joven se acercó a su padre y tristemente le dijo:



— Papá ¡estoy tan cansada de todo! tengo muchos problemas en el trabajo, en mi vida personal y ya no tengo fuerzas...¿qué puedo hacer? 



Su padre le respondió:



— Permíteme mostrarte:



Puso en el fogón tres ollas con agua y trajo una zanahoria, un huevo y café. Luego puso un ingrediente en cada uno de los tres recipientes. Al cabo de algunos minutos apagó el fogón y le preguntó a su hija:



— ¿Qué ha pasado con lo que puse en el agua?



— Pues papá, la zanahoria se coció, el huevo también. El café se disolvió, — respondió la chica. 



— Así es, — respondió el padre, — pero si lo vemos más profundamente nos damos cuenta que la zanahoria, que era tan fuerte se hizo blanda y flexible. El huevo que parecía tan frágil y delicado se volvió duro. Su aspecto es el mismo, pero interiormente cambiaron, cada uno a su manera bajo una misma situación: el agua hirviente. Lo mismo ocurre con las personas: los que parecen fuertes pueden resultar siendo los más débiles y aquellos que parecen más indefensos y delicados se vuelven duros y rígidos...



— Vale pero ¿y el café? — preguntó curiosa la hija. 


— Ah, pues el café es lo más interesante. Se disolvió completamente en el ambiente hostil y lo cambió, hizo del agua hirviente una bebida deliciosa y aromática. Hay personas que al entender que no pueden salir de determinada situación, deciden cambiarla y convertirla en algo positivo, poniéndose a disposición su conocimiento y a sí mismas para hacer de eso algo mejor. Es la elección de cada uno en qué convertirse luego de pasar por una situación difícil.