- Más responsabilidad. A medida que vamos creciendo las exigencias hacia nosotros mismos y hacia los que nos rodean van siendo mayores, por lo que vamos adquiriendo más responsabilidad hacia nosotros mismos y hacia los demás. Queramos o no entramos en una espiral d exigencia que nos puede acarrear un mayor índice de estrés, de menos libertad y de mayor autoexigencia con toda la carga psicológica que ello lleva encima.
- Menos libertad. aunque vamos creciendo económicamente, espiritualmente o profesionalmente nos iremos dando cuenta de que el margen de actuar más libremente, en el sentido de disponer de más tiempo y cambiar nuestros planes, se va reduciendo. A mayor responsabilidad y a mayor autoexigencia, menos margen de acción tenemos para poder manejar la vida en momentos determinados. Ello no quiere decir que dejemos de ser libres. Elegimos libremente, y al hacerlo así optamos por algo que queremos conseguir en detrimento de otros beneficios que antes teníamos. Es el precio que tenemos que pagar por alcanzar algo que deseamos.
- Capacidad de organización. Es una cualidad a tener en cuenta y que aliviará nuestro estrés. Es el momento es saber delegar en otros, en saber optimizar el tiempo, en distinguir entre lo urgente y lo importante, decantándose por lo importante, el momento entre elegir los banal y lo esencial, entre lo que nos encamina hacia nuestro destino y lo que nos distrae de él.
- Comunicación. Escalar en la vida nos lleva a tener que comunicarnos mucho mejor, a saber vender lo que perseguimos y queremos, a contar con los demás para que nos ayuden a alcanzar nuestros objetivos y a tenerlos en cuenta para que ellos alcancen los suyos.
- Soledad. No todo el mundo comprende, no todo el mundo comparte y no todo el mundo acepta el camino que emprendemos. Muchas veces sólo nosotros mismos sabemos a ciencia cierta e intuimos lo que buscamos. Tomas de decisiones que nos pondrán entre la espada y la pared nos llevarán a tener que elegir "a pesar de..." Uno de los miedos más grandes que tenemos las personas es precisamente ese, el miedo a la soledad, que en esencia no es otra cosa sino que el miedo a nosotros mismos. Pero quien cree en si mismo y en lo que persigue entiende que la travesía del desierto es importante y que al fina la vida pone a cada uno en su sitio y premia a los que han creído y confiado en sí mismos y en sus propios sueños e intuiciones, sin menospreciar la posibilidad de equivocarse y caerse y sin dejar de pensar que son precisamente los fracasos los que resaltan el valor de los éxitos.
30/11/11
La escalada contínua
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